Por: Pablo Uribe Ruan
La Selección Colombia pisó fuerte en Europa. Jugó, tocó y marcó como grande. Como un equipo sólido que enfrentó a Bélgica y a Holanda con el debido respeto por su historia, pero con el talante de un grupo maduro que salió a jugar los dos partidos con temple y jerarquía.
La defensa brilló por su orden. Zapata, Valdez y Amaranto, supieron desarticular los atacantes rivales, con una defensa compacta que esperaba cuando debía, achicaba e iba bien arriba.
Cabe destacar el gran trabajo de Zapata, el baluarte de la zaga, que en cada ataque le cubrió la espalda a Armero dándole mayor libertad para proyectarse. Y qué decir de Arias quien mostró que a pesar de su juventud, sabe marcar, subir por la banda y centrar y logró controlar al crack Hazard.
Del medio se destacó el equilibrio, la inteligencia para saber cuándo profundizar con un pase largo, sobre todo contra Holanda, y la capacidad para mantener un equipo corto entre línea y línea.
En el centro del campo James manejó los hilos del equipo y demostró que no sólo es un 10 que crea fútbol sino que además se sacrifica por el equipo, recupera en todos los sectores y presiona arriba.
La presión fue el eje central de Colombia. Teo y Falcao, en menor medida Muriel, salieron a presionar y no dejaron que Bélgica y Holanda salieran jugando desde atrás. Como siempre el Tigre estuvo fino y marcó.
Pero la mayor sorpresa la trajo Ibarbo, un híbrido entre Rincón y Asprilla que se comió la banda izquierda con su largo tranco y sus gambetas. El recién convocado se estrenó con gol en la selección y dejó a más de uno boquiabierto por su fútbol. Qué jugadorsazo.
Por lo pronto a esperar nuestros rivales de grupo que se definirán en diciembre en Brasil.