EL NUEVO SIGLO: Se discute en el Congreso un proyecto que prohíbe el ingreso, producción, comercialización y exportación de semillas genéticamente modificadas. Uno de los argumentos es que contaminan los cultivos tradicionales, ¿qué dice usted al respecto?
MARÍA ANDREA USCÁTEGUI CLAVIJO: El marco regulatorio de Colombia es sólido basado en el respaldo científico para evaluar y para aprobar este tipo de semillas. No es que se importan y ahí mismo se siembran. Las semillas genéticamente modificadas tienen un marco regulatorio muy estricto, el cual tiene que ser evaluado previa su comercialización. Todas las semillas se evalúan en Colombia caso por caso y paso a paso, y además región por región.
Es un proceso regulatorio que tarda entre tres y cinco años dependiendo de las semillas, donde se hacen diferentes evaluaciones en cuanto a temas de bioseguridad, toxicidad, alergenicidad e impacto al medio ambiente.
Sobre la pregunta acerca de la contaminación de semillas vacías, este tipo de evaluaciones tiene que hacerse previa su comercialización. Para el caso de algodón que son semillas bastante pesadas, no es tan fácil que el viento las movilice o que los insectos las lleven de un lado a otro. El tema puede ocurrir con maíz, pero puede ocurrir con un maíz convencional como con maíz genéticamente modificado. Es la naturaleza que mueve el polen de un lado a otro, y esto también es lo que le ha dado variabilidad a los cultivos.
Para nosotros tener cultivos diferentes y adaptables ha tenido que haber variabilidad o movimiento de genes dentro de las diferentes variedades o dentro de los diferentes híbridos de maíz. Aun así el ICA ha evaluado cómo es el flujo de polen en el caso del maíz y se dan ciertos parámetros para el manejo de esto. Uno de los parámetros es que no tendrán cultivos de maíz a una distancia de 100 metros donde se encuentren cultivos de maíz convencional. La misma industria o los mismos agricultores buscan sembrarlo a 300 metros de distancia.
También existe otro tipo de parámetros que puede establecerse y es hacer barreras biológicas, poner un cultivo en medio, por ejemplo, que le sirva de filtro para evitar que haya una polinización cruzada; o tiempos de siembra: una diferencia de una o dos semanas entre un cultivo y otro esperando que no haya una polinización entre los cultivos de uno y otro.
Son temas que se pueden manejar y que precisamente para eso se hace una evaluación de riesgo y una gestión de riesgo para que no se permita.
Igualmente la regulación prohíbe la siembra de cultivos genéticamente modificados en resguardos indígenas, que son los sitios donde el Estado considera hay mayor proporción de semillas tradicionales.
ENS: También el proyecto de ley hace mención a los eventuales efectos en la salud humana por estas semillas transgénicas…
MAUC: Es un tema que ya pasó de moda, la seguridad de los cultivos genéticamente modificados está confirmada. Hay más de 2.500 estudios que los han evaluado a lo largo de más de 20 años de consumo que llevan a nivel comercial. Uno de los estudios más recientes y más importantes es el que hizo en 2017 la Academia de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, donde evalúan el impacto de los cultivos genéticamente modificados a lo largo de 20 años, hacen un meta-análisis de todos los estudios que han salido en estos años y confirman la seguridad de los cultivos y de los alimentos genéticamente modificados.
No tienen ningún impacto para la salud, el medio ambiente o los mismos animales. E incluso dice que pueden ser mucho más amigables con el ambiente que los mismos cultivos convencionales.
ENS: ¿Qué pasaría si es prohibido en Colombia el ingreso, producción, comercialización y exportación de semillas genéticamente modificadas?
MAUC: Es quitarle una herramienta muy valiosa a los agricultores. Hoy en día los agricultores colombianos tienen acceso a las mejores tecnologías, tienen un sistema regulatorio de vanguardia, se puede decir porque ha sido reconocido a nivel internacional el sistema regulatorio en Colombia, donde los agricultores y nosotros como colombianos tenemos acceso a semillas con esta tecnología.
Esto les ha permitido a los agricultores mejorar sus ingresos, les ha permitido ser mucho más productivos y competir frente a mercados internacionales que hoy en día tienen y hacen uso de esta tecnología. El quitarnos este tipo de semillas retrasaría al país más de 20 años, a sus agricultores más de 20 años, que hoy en día pueden producir de una forma amigable para el medio ambiente, ser productivos y competitivos.