La memoria viva de Ubaté | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Abril de 2016

Por Catherine Nieto Morantes

Periodista EL NUEVO SIGLO

Enviada especial a Ubaté, Cundinamarca

 

CRÓNICA. El sonar de las campanas de la Basílica del Santo Cristo de Ubaté, es el único retumbo presente mientras visitantes del parque principal observan detenidamente la historia del municipio a través de unas valiosas fotografías en blanco y negro tomadas en el siglo XX por el maestro en el arte, David López Pachón.

La exhibición de la Fundación Museo fotográfico David López Pachón, la encabeza una imagen, considerada la más valiosa por ser la primera en tomar y por ende la más antigua de una colección que ya supera 1 millón 950 mil archivos entre negativos, fotos, filminas, daguerrotipos, placa de vidrio e infinidad de archivos considerados un tesoro para la región y el resto del país.

Se trata de la construcción del puente férreo Olaya Herrera, cimentado  sobre el río Magdalena, cuya obra fue inaugurada en 1930. La fotografía fue captada por López Pachón en Girardot, en 1924 con tan solo 15 años de edad, época en la que el maestro comenzó una tradición que ya abarca la cuarta generación.

La galería del parque principal de Ubaté también muestra acontecimientos tales como la construcción de la Basílica, las diferentes obras de las calles, parques y avenidas, así como también eventos sociales, como la imagen de Aguilera, Rodríguez y Chacón, la cuadrilla de toreros bufones que se presentaban en la plaza de Toros y la instalaban en la Plaza Principal del pueblo en las fiestas de agosto, retrato captado en 1948.

El maestro David López Pachón nació en 1909, en el seno de una familia campesina que vivía en la vereda Sucunchoque. A sus 15 años se fue para Bogotá, y tocando puertas ingresó a estudiar a donde los salesianos. En la capital vio un almacén de Ernesto Shimmer, un alemán que se considera fue el iniciador de los fotógrafos en Colombia, donde el joven ubatense comenzó a aprender de la fotografía análoga de comienzo de siglo, con una cámara alemana de aquella época.

Con su cámara de cajón captaba los aconteceres de la época, para así dejar congelada toda la historia de Ubaté, su provincia y parte del país, labor que plasmó por más de 70 años hasta su muerte.

 

De generación en generación

Mucho antes de su partida, en el año de 1995, su nieto David López Robayo o David III, ya se había puesto en la labor de guardar, clasificar y restaurar todo ese archivo, convertido en uno de los más numerosos del país, según concepto del Archivo General de la Nación.

López Robayo fue aprendiendo poco a poco de este arte, al trabajar de la mano con su abuelo y su padre David López Espitia, luego de retirarse de la Fuerza Aérea, donde fue tripulante de helicóptero muchos años, pasando por varias vivencias, para finalmente inmiscuirse con su familia en el mundo de la fotografía. “Nos la pasábamos encima de las cubetas ayudándole a lavar fotos a mi abuelo, porque habían cantidades, pero cantidades de archivo”.

Su nieto de 55 años de edad conversó con EL NUEVO SIGLO, en la Villa de San Diego de Ubaté, donde nos contó detalles históricos de la tradición familiar que está cercana a los 100 años. “Duré 13 años fuera de Ubaté y aquí fue donde comenzamos a recuperar historia, a escucharlo y hasta el último día de su vida mi abuelo tomó fotos”, indicó.

El tercero de la generación observa la película y acierta con tal exactitud del año en que fueron tomadas, sin necesidad de revisar el sobre donde se marca cada pieza, algo tan innato que aprendió de su abuelo, lo cual lo llevó en ese momento a identificar un negativo del año 1955, de una primera comunión.

“Ellos estuvieron en la época de la preguerra, de la primera, de la segunda y la segunda de la post-guerra de 1945 que no había insumos, reveladores, papeles, no había nada y por eso ellos hacían las láminas de vidrio, los acetatos de los negativos y así mismo revelaban porque ni de Alemania ni de los EU no llegaba nada”, cuenta López Robayo sobre la recursividad de su abuelo.

“Lo acompañé durante los últimos 15 años y comencé a guardar todo, porque él sabía lo que había ahí, yo guardaba por guardarlo pero no pensé en esto. El legado que dejó es tremendo para Ubaté, Colombia y el mundo”, destaca David III, quien además se encuentra restaurando algunos archivos rescatados en la época del Bogotazo.

La violencia tocó el archivo

López Pachón conoció en uno de los múltiples eventos a los que asistía como fotógrafo, al expresidente conservador Laureano Gómez, a quien retrató durante algunos de sus compromisos como candidato y posteriormente durante su mandato, en los años 50.

El expresidente Gómez visitaba continuamente Ubaté,  allí era recibido gratamente por López Pachón y su esposa Indulfa Espitia de López, quienes tuvieron que escapar el 9 de abril de 1948 durante el  Bogotazo, por ser conservadores.

“La violencia tocó el museo de mi abuelo porque siendo tan conservador, el 9 de abril de la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, mientras en Bogotá era el Bogotazo, en Ubaté fue el ubatazo, a mi abuelo le encajaron una volqueta en reversa en el estudio, le metieron candela y quemaron mucho archivo, otro tanto quedó dentro del agua, yo aún tengo películas del 9 de abril con las marcas de ese día porque quedaron pegadas y al separarlas quedaron manchas”.

Según López Robayo, este golpe al tesoro fotográfico que fue dado por los liberales, unió mucho más a Laureano Gómez con David López Pachón, porque le brindó respaldo luego de aquel suceso.

El David de la tercera generación recuerda también aquellos momentos y anécdotas con el exconstituyente conservador e hijo de Laureano, Álvaro Gómez Hurtado. “El vínculo de Álvaro fue con papá abuelo y yo.   Yo fui fotógrafo de Álvaro Gómez en esta zona y Bogotá, lo acompañaba en sus correrías en el año 86 y 87 en esa campaña recuerdo una anécdota muy particular”, dice López Robayo, elevando su mirada al cielo en señal de recuerdo.

“Entramos con Álvaro Gómez a la Basílica, él conocía de la existencia del Santo Cristo de Ubaté, una imagen con muchos secretos.  Él quería que le tomara fotos al lado del Santo Cristo, y mientras tanto le pregunté ¿qué hay de tu vida?, y me dijo Álvaro: ustedes no nos ganan en tradición a nosotros”, cuenta con jocosidad.

“Yo le dije: Somos bisabuelo, abuelo tátara abuelo y yo, es decir 4 generaciones, ustedes no son sino 3, a lo que Álvaro contestó: en tradición les ganamos políticamente a estos fotógrafos de Ubaté, y ya, reímos mucho”.

El secuestro y la muerte de Gómez Hurtado también fue un golpe duro para la familia López, pues según cuenta David III, ese día su abuelo estaba como de costumbre pegado a la radio y escuchó la noticia, “mi abuelo me avisó que habían matado a Alvarito, y ahí mismo dijo ¡ay se tiraron el futuro de Colombia!, y dicho y hecho, mi abuelo toda la vida lo sintió terrible”, destaca López Pachón, quien asistió con toda la familia al sepelio de Gómez Hurtado.

De aquella época, en la casa de López Pachón, reposa un busto de Laureano Gómez, elaborado en plomo y cuyo recuerdo se ha guardado con cariño desde 1940, pues para él “Laureano fue un ícono, lo máximo. Fue tan visionario que nadie ha podido proseguir con la obra de la autopista norte, la que él quería dejar como una verdadera autopista”, concluyó.

El legado

En 2003, se inauguró el Museo Fotográfico y sus primeras obras fueron colgadas en la casa de la cultura con 25 cuadros. Un año después, salió a la luz el primer periódico del Museo, El Ubatense, un escrito de época.

Ante el éxito de estas publicaciones se decidió en conjunto y con apoyo de la Casa de la Cultura el sacar el Museo a las calles, parques, plazas e instituciones. El 12 de abril de 2014 se colocaron los primeros 12 paneles del Museo, contabilizándose en la primera semana más de 15mil visitas.

David López Robayo ha tenido que moverse y tocar puertas para que el  tesoro de su abuelo pueda ser establecido en un Museo, donde puedan reposar tanto sus piezas fotográficas, como la variedad de cámaras de la época, materiales y memorias grandes en riqueza cultural e histórica. “La idea es poderlo abrir como un museo para mostrarlo turística y culturalmente, gestionando con el Ministerio de Cultura, alguna ONG, el Banco de la República o la Gobernación de Cundinamarca, lo que se necesita es un apoyo grande”, enfatiza.

Por ahora para financiar el museo a cielo abierto que se sitúa en diferentes puntos de Ubaté como las 72 fotografías expuestas en el parque, los cuadros colgados en la Casa de la Cultura, en la Casa del Ayuntamiento y en el hospital, David busca patrocinios de negocios locales, que pautan por un costo muy económico en cada una de las imágenes, por un tiempo de 6 meses, ya que aunque anteriormente ha recibido ayudas del municipio, estas han sido mínimas. 

“El problema es tocar puertas y buscar patrocinios porque no es fácil. Este Museo fue tenido en cuenta por el Ministerio de Cultura y es sitio de la memoria en Colombia, que sólo los grandes sitios que contengan memoria histórica son reconocidos”, destaca.

Sumado a dicho premio, a finales del 2015, la Unesco le otorgó a Ubaté el reconocimiento Innova, gracias al museo fotográfico.

El Ubatense, que distribuye López Robayo en el municipio, aparenta ser un periódico de época, por su color, su fecha (12 de abril de 1930) y el valor de $0,5 centavos, lo cual realmente no cuesta nada, pues hoy en día muy pocos tienen en su poder la moneda de esta denominación. A lo largo de sus 12 o 16 páginas, se ven las fotos de la época con su reseña y pautas publicitarias de aquel tiempo como las boticas (ahora farmacias), los almacenes de sombreros, ropa o cafeterías. “Todo el mundo ve ese periódico y dice sí, ese es genuino de 1930”.

La cuarta generación es su hijo David Sebastián López Sánchez, un fotógrafo profesional, quien en compañía de su esposa se ha encargado de que este tesoro traspase fronteras. “David Sebastián recorre desde la Patagonia hasta Argentina y Alaska mostrando el museo fotográfico de su abuelo y de paso los atractivos turísticos de Ubaté, la región y Colombia. Ahora está llegando a Rio de Janeiro en 3  Combis Wolsvagen mostrando el país. En el periódico de El Clarín de Argentina fue abordado por un periodista allá en Buenos Aires”, cuenta con orgullo su padre.

López Pachón dice que por el momento ya lleva una generación abajo, lo que le da la tranquilidad de que el legado perdure un buen tiempo más, pues es algo que se lleva en la sangre, “mi hijo sabe el tesoro que yo tengo, porque la fotografía como arte fotográfico se nos acabó. Yo tengo el pasado mostrándolo en el presente y por ahora los archivos reposan en 2 casas y 1 finca porque no hay dónde tener todo. Yo quiero poder mostrarle a Colombia lo que mi abuelo congeló en el tiempo”.