Por William Calderón
Café oscuro. No sirvieron marchas, artículos, debates, ni entrevistas para que el país entendiera que 563.000 familias colombianas que derivan su sustento del café están arruinadas y con ellas otro tanto van rumbo al despeñadero, sumiendo el país rural y provincial en una crisis de la que difícilmente podrá levantarse. Un campesino dijo en Marsella: “A los cafeteros los arruinaron la roya, la broca, el invierno y el patojo”. El querido gremio se hunde en un agujero negro que ojalá no se trague al país entero.
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Café amargo. Ante una realidad reconocida de dientes para fuera por el gobierno y los amos del Café, denunciada por La Barca, La Hora de la Verdad y La Barbería (ahora por Telepacífico, los viernes a las 7:30 pm), solo queda esperar que el Ejecutivo y la Federación escuchen las recomendaciones que analistas y expertos han formulado para superar esta problemática:
Créditos blandos, a largo plazo, para renovar los cafetales.
Subsidio de un millón de pesos por hectárea de café, por las pérdidas generadas a los productores por la revaluación del peso.
Campañas masivas de fumigación efectuadas por el Ica y la Federación con el hongo Beauveria Basiana.
Apoyo real a la exportación y comercialización de cafés especiales, pergamino, verde y tostado.
Refinanciación de deudas de los cafeteros.
Precio de sustentación a $70.000 y no por debajo de los precios de producción.
No más importación de cafés de Perú, Vietnam y Ecuador.
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Café negro. El binomio Gobierno-Federación presenta estos programas como una alternativa para darle valor agregado a la rubiácea, pero la verdad es que $2.000 que los compradores bonifican por cada arroba de café pergamino que los campesinos producen como café especial, de poco o nada le sirven para atenuar la pérdida de $20.000 por cada arroba que producen.
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Café insípido. Así ocurrió con el subsidio de $6.000 por arroba de café para compensar la pérdida de $20.000 que significa producirla, subsidio que el Gobierno anunció para atajar el paro nacional cafetero, cuando ya la cosecha había pasado y estaba en poder de los exportadores, y que los poquitos que pueden acceder a él tienen que someterse a las trabas burocráticas de la Federación. Los cafetales no tendrán abono, ni limpias ni controles de plagas y enfermedades, porque no hay créditos ni refinanciación y los auxilios son burocratizados y en especie, todo lo contrario a la apremiante realidad de créditos vencidos y despensas sin comida. Ni los bancos, ni los tenderos reciben abono para pagar sus cuentas.
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¿Quién responde?Entretenidos en cuidar sus sueldos y mantener en sus puestos a quienes ellos apoyan, desconociendo el querer de la base (caso departamento de Risaralda) los burócratas de la Federación y de los comités departamentales abandonaron la misión que les fue encomendada: velar por los cafeteros de Colombia y la caficultura nacional, y ahora tenemos este resultado: los cafeteros están arruinados y su industria en vía de desaparición por inviable.