SEDUCIR al electorado con una promesa de inversión pública sin precedentes esperaba ayer, al arranque de la campaña para las legislativas el partido laborista británico, pero ésta se vio sacudida por la dimisión del número dos de Jeremy Corbyn y un durísimo ataque contra el líder izquierdista.
El responsable de finanzas laborista, John McDonnell, presentó en Liverpool su plan de invertir 150.000 millones de libras (193.000 millones de dólares) en cinco años para mejorar escuelas, hospitales y otros servicios públicos si llegan al poder tras las elecciones del 12 de diciembre.
A esto se suman 250.000 millones de libras durante diez años para impulsar la descarbonización de la economía, constituyendo un "fondo de transformación nacional" con el que el principal partido opositor espera contrarrestar las promesas del primer ministro conservador, Boris Johnson, de acabar con décadas de austeridad.
Pero el jueves el país solo hablaba de la dimisión la noche anterior de Tom Watson, el moderado número dos del Partido Laborista y ferviente proeuropeo.
"Esta decisión es personal, no política", afirmó Watson, pero el momento de su anuncio, en el día del lanzamiento oficial de la campaña, es significativo, especialmente dados sus pasados desacuerdos con Corbyn sobre el Brexit.
Por si esto fuera poco, un reputado exministro laborista, Ian Austin, que en febrero abandonó el partido junto a otros diputados denunciando su falta de determinación contra el antisemitismo interno, lanzó un durísimo ataque contra el líder.
Afirmó en las ondas de la BBC que Corbyn "es incapaz de cumplir con la función de primer ministro" y aseguró al diario Express and Star que bajo su liderazgo el partido "se ha visto envenenado por el racismo, el extremismo y la intolerancia".
McDonnell respondió que Austin trabaja para los conservadores y lo justificó subrayando que fue nombrado en julio emisario comercial del gobierno a Israel.
El tema del antisemitismo persigue desde hace años al propalestino Corbyn, que en 2018 acabó reconociendo que era un "problema real" dentro de su partido y él había sido "demasiado lento" en imponer sanciones disciplinarias.
También afirmó que su prioridad era "restaurar la confianza" con la comunidad judía. Pero el jueves el diario Jewish Chronicle, portavoz de dicha comunidad, lanzó un muy inhabitual llamamiento a los lectores no judíos para que "actúen con su voto" contra el "racismo" y no lleven a Corbyn al poder.
Johnson convocó las elecciones anticipadas del 12 de diciembre con la esperanza de romper el bloqueo parlamentario que obligó a aplazar por tercera vez, al 31 de enero, el Brexit. Sin embargo, los dos grandes partidos, conservadores y laboristas, podrían verse privados de mayoría por el eurófobo Partido del Brexit y el proeuropeo Partido Liberaldemócrata, susceptibles de atraer a los electores en los dos extremos del divisivo debate sobre la Unión Europea.
Bajo el nombre "Unir para Permanecer" (en la UE), los liberaldemócratas, los verdes y los independentistas galeses del Plaid Cymru anunciaron ayer un pacto electoral para presentar un único candidato proeuropeo en 60 circunscripciones.
Además del Brexit, las grandes formaciones pusieron su arsenal de campaña en la economía.
En Mánchester, el ministro de Finanzas, Sajid Javid, hizo hincapié en que tras una década de austeridad los conservadores quieren ahora "construir una década de crecimiento, con más inversiones".
El partido de Johnson prometió 13.000 millones de libras para escuelas, sanidad, carreteras, infraestructuras digitales y la contratación de más policías. Pero a diferencia de los laboristas, se comprometió a respetar el equilibrio presupuestario