La vigencia de Napoleón, a 200 años de su muerte | El Nuevo Siglo
NAPOLEÓN BONAPARTE, nació en Córcega y murió, a los 51 años, el 5 de mayo de 1821 en la isla de Santa Elena
Foto archivo AFP
Lunes, 3 de Mayo de 2021
Redacción internacional

Dos siglos después de su muerte, Napoleón Bonaparte sigue despertando pasiones. Más allá del ámbito militar, donde fue un estratega, tanto partidarios como retractores lo reconocen como gestor del Estado moderno y el padre del código civil.

“Mi verdadera gloria no está en haber ganado cuarenta batallas. Waterloo borrará el recuerdo de tantas victorias. Lo que nada borrará, lo que vivirá para siempre, es mi código civil", dijo Napoleón en una ocasión desde su celda en la lejana Santa Elena. Y tenía razón.

Cuando en 1800 se desempeñaba como Primer Cónsul de Francia, Bonaparte Napoleón encargó a cuatro juristas (Portalis, Maleville, Tronchet y Bigot de Préameneu,) la redacción de un anteproyecto y la iniciativa comenzó a examinarse en 1801 en el Consejo de Estado. De las 107 sesiones, 55 fueron presididas por él, que no dudó en dar su opinión y decidir cuando fue necesario, especialmente en los artículos relativos al derecho de familia o a la igualdad de los hijos en materia de herencia, e insistió en poner fin al derecho de nacimiento.

El 21 de marzo de 1804 se promulgó el "Código Civil francés", posteriormente convertido en el "Código Napoleónico", que se mantiene como la base del derecho civil en Francia y en muchas partes del mundo, particularmente en América Latina. De allí viene el famoso código civil de Andrés Bello, base de la legislación colombiana.

Fue visto como una revolución jurídica ya que organizó, por primera vez, las relaciones entre el Estado y los ciudadanos, y entre los propios ciudadanos, al instituir "un Estado laico”.



Con dicho código, el matrimonio pasó a ser competencia del derecho civil. Igualmente se cambió la confiscación de los bienes heredados por cuenta de tasas tributarias colosales en las diferentes épocas de la Revolución. Del mismo modo definió la responsabilidad de los padres y los hijos, con base en la patria potestad.

Así mismo estableció formalmente la igualdad ciudadana ante la ley, una vez abolidos los privilegios derivados del sistema monárquico. Y, a la vez, mantuvo su eje esencial sobre el concepto de familia.

Este conjunto de normas impulsadas por Napoleón, quién murió hace 200 años (5 de mayo de 1821), ha resistido al tiempo. Se han conservado casi la mitad de los 2.281 artículos originales, con la evolución correspondiente al derecho, durante estos dos siglos.

En cuanto a los artículos relativos al derecho contractual o a la responsabilidad, se han modificado poco, pero ya no se basan únicamente en la obligación de reparar el daño, sino en una lógica destinada a proteger a las víctimas.

De otro lado, Napoleón ha sido ampliamente reconocido por sus políticas en torno a la educación, fundamentada en la tesis del Liceo. Es decir, que desde la secundaria los educandos se van dividiendo de acuerdo a sus intereses pedagógicos y sus facultades cognitivas, entre las ciencias exactas y las humanidades.

Al mismo tiempo, inventó de alguna manera el concepto de Museo, de modo que las obras de arte se sacaran de los palacios y se pusieran al servicio del pueblo en estos lugares públicos, con el fin de generar una propensión hacia la estética y la cultura. Sin embargo, en esa misma dirección puede ser criticado por el saqueo de muchas obras de arte en Europa, especialmente en Italia y Alemania, a propósito de llevárselas a París y hacer de la Ciudad Luz el epicentro cultural del mundo.

Pero su visión cultural fue más allá de su país y su tiempo. Así emprendió una gigantesca campaña en Egipto con el fin de estudiar todas las variantes de la antigüedad en esa región, para lo cual creó un voluminoso comité de sabios franceses, más de 150. Y aunque criticada por haberse gestado como una campaña militar, historiadores reconocen que fue el inicio de una era de avances intelectuales y de la luz.

En una obra enciclopédica, "La descripción de Egipto", los sabios inventariaron la sociedad, la historia natural y humana del país. Y el hallazgo de la piedra Roseta por soldados franceses, permitió descifrar jeroglifos y alumbrar la egiptología.

Estado moderno

Entre tanto, muchos consideran a Napoleón Bonaparte el constructor del Estado moderno. A la anarquía y la violencia derivada de los diferentes episodios de la Revolución Francesa, Napoleón supo poner contención e intentar poner orden institucional a los logros alcanzados.

De hecho, cuando era apenas un brigadier casi desconocido pidiendo algún cargo en Turquía, cuando se dio la coincidencia de que, a raíz de la emergencia de orden público en París, fuera llamado de su vacancia por parte del Directorio, para derrotar la asonada. Con esa victoria en sus manos, fue nombrado para la primera expedición a Italia, como uno de los generales más jóvenes que estaban en la capital francesa.



En noviembre de 1799, ya ascendido a general, Bonaparte accedió al poder mediante un golpe de Estado militar, el "18 de Brumario", que puso fin al Directorio aunque no a la primera República, que acabó en 1804 con la proclamación del Imperio. Por tanto no es, como sostienen sus detractores sostienen el “enterrador de la República”. Por el contrario, como sostiene el historiador Jean Tulard, autor del "Dictionnaire amoureux de Napoléon", “con el golpe de Estado Napoleón salvó las conquistas de la Revolución: igualdad, abolición de los derechos feudales, la venta de los bienes nacionales".

Posteriormente, en 1800, fue nombrado de primer cónsul y la política francesa comenzó a girar única y exclusivamente en torno a él. Paulatinamente podría decirse que Napoleón fue el inventor de lo que hoy se conoce en ciencia política como la “imagen”. Es decir, la relación con el pueblo a partir de los éxitos, la propaganda y el aplauso. En efecto, fue Bonaparte un hombre periférico, nacido en la lejana Córcega, que logró llegar a la cúpula de Europa, destronando a las testas coronadas y dando curso a las ideas republicanas en buena parte del continente.

“El principal legado de Napoleón es, sin duda, la creación y el desarrollo de un Estado moderno, poderoso, centralizado (...) capaz de generar un conjunto de reglas y aplicarlas eficazmente de manera uniforme en todo el territorio nacional", señala el politólogo Gérard Grunberg, autor del libro "Napoléon Bonaparte Le noir génie". Y agrega que él no es el inventor de los departamentos, instaurados durante la Revolución, sino de los prefectos creados en 1800. En su apogeo en 1811, el imperio contaba con 130 departamentos tras la anexión de territorios vecinos.

Para bien o para mal, Napoleón también fue el instaurador del espionaje político y la policía secreta, tal cual se conoció a partir de entonces.

Igualmente, en múltiples ocasiones, recurrió al plebiscito, con el fin de dar legitimidad a su autoridad preponderante.  Circunstancia, incluso, repetida con mayor vigor después en Francia a raíz del régimen de su sobrino, Napoleón III.

Muy polémica en su momento fue la coronación de Bonaparte como emperador de los franceses y rey de Italia. Para unos fue una traición a las ideas republicanas. De hecho, existe la conocida anécdota de que el mismo Beethoven rompió la dedicatoria de la Sinfonía heroica cuando supo de la entronización. Pero, de otra parte, la gran mayoría de cerebros pertenecientes a la Ilustración europea, en particular en Francia y Alemania, lo respaldaron y cedieron ante su embrujo.

Desde el punto de vista militar y estratégico, no hay duda también de que Napoleón fue de los grandes pioneros de las nuevas innovaciones, especialmente en cuanto a su tesis de guerra relámpago, combates rápidos y sorpresivos y ataques descomunales sobre lo que llamaba el punto de masa crítico. En ese sentido, se sabe que Napoleón no solo fue un hábil matemático, lo que le permitió una suma capacidad de artillero desde sus primeros grados militares, sino que de la misma manera era un reconocido cartógrafo.

A 200 años de su muerte, Napoleón Bonaparte sigue suscitando hondas controversias, pero lo que no se puede desconocer es su gran impacto sobre la historia mundial y la influencia política, tanto en las instituciones, como en mucho de las ideas que hoy pueden verse en algunos líderes mundiales.