MÁS de 14 millones de chilenos acudirán a las urnas el próximo 26 de abril para definir si aprueban o rechazan la idea de redactar una nueva Constitución. Una consulta que ha sido equiparada con el histórico plebiscito de 1988, en el que el No a la continuidad del general Augusto Pinochet marcó el fin de la dictadura que azotó al país durante 17 años.
La ley chilena establece que en los plebiscitos el gobierno toma una posición y los partidos que toman esa posición hacen campaña con el ejecutivo, mientras que la oposición tiene la otra mitad del tiempo para explicar su alternativa. Pero, a diferencia del plebiscito de hace 32 años, el gobierno de Sebastián Piñera decidió no participar de la franja televisiva y entregar el 100% del tiempo a los partidos políticos para mantenerse al margen de la discusión.
A tres meses del plebiscito comenzaron a formarse los bandos de campaña. El Comando Chile Digno, compuesto por partidos de izquierda y por la colectividad indígena mapuche, lanzó su propuesta por la aprobación, mientras que la derecha, mayoritariamente, comenzó a organizarse para respaldar la opción del rechazo.
“Todas nuestras causas y luchas tenían un desafío común: cambiar el modelo político, económico, social y cultural heredado de la dictadura, que en estos años de democracia restringida no ha hecho más que empobrecernos y vulnerarnos como personas”, señala un manifiesto del Comando Chile Digno.
En entrevista con la Agencia Anadolu, el presidente del partido Federación Regionalista Verde Social (FREVS), Jaime Mulet, que compone el comando, aseguró que hay razones de orden simbólico que hacen necesaria una nueva constitución en el país. “La constitución de los ochenta se hizo en plena dictadura, bajo un régimen de represión sin registros electorales, es invalida en su origen. Aparte de lo simbólico, la constitución adscribe a un determinado régimen económico que nosotros hemos denominado un régimen neoliberal exacerbado”.
Mulet señala que la campaña del Si le apunta a llegar a ese público que aún tiene dudas sobre el proceso, para que se convenza que la aprobación del plebiscito y abrir una esperanza para terminar con una constitución “que ha establecido un régimen de desigualdad brutal en Chile”.
Para el excandidato presidencial y referente de la ultraderecha chilena, José Antonio Kast, no es necesaria una nueva constitución porque la actual ha sido modificada varias veces.
“Nuestra Constitución le ha dado progreso y estabilidad a Chile y no estamos de acuerdo en que se tire a la basura y se cambie por una hoja en blanco. No es aceptable que, a través del chantaje, se nos imponga una refundación constitucional”.
Kast asegura que una nueva constitución es sinónimo de incertidumbre y de peleas políticas. “Aquí no van a haber caras nuevas ni la sociedad civil organizada: serán los mismos políticos de siempre los que van a ser elegidos para repartirse el poder y poner sus prioridades ideológicas. ¿A cambio de qué? De violencia y malestar económico que van a pagar los más pobres”, señaló a Anadolu.
Sin embargo, dice que llevarán a cabo una campaña “con alegría y unidad” a la que esperan que muchos se sumen. “Coordinarnos para hacer una campaña propositiva, que destaque las buenas cosas de la constitución y perfile adecuadamente los riesgos que existen en este proceso”, concluyó el líder del Partido Republicano.
El pasado 15 de noviembre distintos partidos políticos firmaron un documento donde se establecieron los parámetros para el proceso constituyente y se dieron las garantías de realizar el plebiscito del próximo 26 de abril.
“Es un hito histórico y fundacional de una nueva democracia porque, a partir de ese acuerdo, mayoritario en el espectro político chileno, se construye un itinerario de distintos actos eleccionarios que van a concluir con una nueva constitución para Chile”, dijo a Anadolu el diputado socialista Leonardo Soto, quien hizo parte de los firmantes del acuerdo.
De ganar el Si, existen dos mecanismos: una convención mixta constitucional que estará compuesta por 86 parlamentarios y 86 ciudadanos elegidos en el actual sistema electoral parlamentario. La segunda opción es una convención constitucional 100%, con 155 ciudadanos electos en los mismos 28 distritos que tienen distintos escaños, según su territorio.
Analistas coinciden en que lo importante de la campaña es que ambas partes sepan explicar cómo, desde su posición, se puede dar soluciones a los conflictos que hoy expresa la ciudadanía y no apostar por discursos de confrontación ni de generar inseguridades.
“Ambos tienen la oportunidad de demostrar que, si bien este remezón cambió la actitud de los políticos, efectivamente se pueden hacer cambios con el sistema actual por medio del Congreso y de manera rápida. Y los otros tienen la alternativa de reunir a la mayoría de los chilenos en la opción de aprobar la nueva constitución y hacer los cambios profundos”, dijo el experto electoral Tomás Fuentes.
Es incierto cuánto cambiará Chile en caso de que se apruebe una nueva constitución, que más allá del simbolismo de dejar atrás un documento hecho en dictadura, priorice las necesidades de los millones de personas que salieron a marchar desde el año pasado y que han prometido seguir haciéndolo “hasta que la dignidad se vuelva costumbre”.