El sistema internacional que procede de las Naciones Unidas está siendo paulatinamente mellado, una vez vienen cambiando los criterios mundiales sobre la aproximación a los problemas. Así pasa, por ejemplo, tanto con la Corte Penal Internacional (CPI) como con el Acuerdo de París sobre cambio climático.
En estos días Sudáfrica, que se suponía uno de los portaestandartes de los cánones internacionales en la aplicación de la justicia transicional, se salió abruptamente de la CPI. Ello sobre la base de discutir que de los nueve procesados mundiales que hay en esa corporación, ocho son de países africanos. Y en ese sentido revelaron su protesta.
Como se sabe, Sudáfrica era baluarte de los procesos de paz, afincados en los criterios universales del respeto al Derecho Internacional Humanitario y los procedimientos del Estatuto de Roma. Al salirse ese país es muy posible que sigan en cadena otros del continente africano hasta dejar sin jurisdicción a la CPI que, como se sabe, proviene de la adhesión paulatina de las diferentes naciones, con algunas salvedades, como Estados Unidos.
La salida de Sudáfrica es bastante grave porque envía el mensaje contradictorio de que, después de haber adelantado un proceso baluarte de los derechos humanos, ahora de algún modo se pone del lado de los líderes que llevaron a cabo hechos a todas luces estruendosos. Pero aparte de ello, deja entrever, así mismo, que se está rompiendo el consenso en torno de la jurisdicción penal internacional que finalmente se había logrado más de 50 años después de los juicios de Núremberg, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial.
Al mismo tiempo, en esta semana, la Rusia de Vladimir Putin se abstuvo de ratificar el Tratado de Roma. Con ello deja de lado cualquier intervención de la justicia internacional en su país y se repliega sobre sus instituciones internas. Como se sabe, la CPI actúa como organismo subsidiario o excedente cuando se puede comprobar que en una nación determinada no hay justicia o ella actúa de modo aparente.
Amplio ha sido el debate sobre la Corte Penal Internacional, dependiente de la ONU, y su acción sobre el proceso de paz que adelantan el Gobierno y las Farc. Luego de haberse denegado el plebiscito se dice que están revisando las cláusulas nuevas de lo últimamente pactado en La Habana. Colombia se ha mantenido firme en la adhesión al Estatuto de Roma, pero todavía no se ha dado un pronunciamiento oficial sobre las consideraciones de la CPI en cuanto a la justicia transicional pactada y que ahora no tiene dependencia alguna de magistrados internacionales, salvo que actúan como veedores, caso por caso.
Lo que viene ocurriendo últimamente frente a la CPI es, sin embargo, una señal inicial de que el mundo está dejando de lado, paulatinamente, a los organismos de control internacional. Parecería parte del nacionalismo que se está comenzando a vivir en los diferentes países.
Lo mismo ocurre, de alguna manera, con el reciente Acuerdo de París sobre cambio climático. Si bien este se presentó como la panacea para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, el triunfo de Donald Trump, en los Estados Unidos, hace prever que se saldrán del convenio. Y con ello se perderá el actor principal en la materia, lo cual quiere decir que el Acuerdo de París habrá quedado prácticamente en nada.
En realidad, la campaña en los Estados Unidos tuvo más fuerza en aquellos lugares de producción carbonífera. Hillary Clinton había prometido cerrar las plantas del mineral, lo cual le quitó un gran respaldo en zonas como Ohio o Pensilvania. Esto permitió que Trump ganara en lugares tradicionalmente demócratas. Y con su victoria en los estados mineros muy posiblemente no va a hacer caso a lo pactado en París por Barack Obama.
De hecho, hoy muchos sectores demócratas están acusando a Obama de no haber llevado el Acuerdo de París al Parlamento norteamericano. Si bien se sabía que el debate sería muy arduo, algunos lo están acusando de no haberlo dado en su momento y oportunidad. Como se recuerda, Obama desarrolló las cláusulas del Acuerdo a través de directivas presidenciales que pueden ser echadas para atrás muy fácilmente por el siguiente mandatario. Es lo que va a hacer Trump, señalando que el Acuerdo de París conspira contra la soberanía estadounidense.
Expertos norteamericanos han señalado que en su oportunidad el entonces presidente Bill Clinton, sabedor de que su partido tenía fuerza particular en los estados carboníferos, generó un acuerdo para que las petroleras, en los mismos lugares, aceptaran un incremento tributario como subsidio cruzado ambiental frente a la producción carbonífera. Pero posteriormente Obama aumentó la tasa impositiva de los últimos y luego comenzó a cerrar las plantas productivas, vía que prometió seguir Hillary Clinton. Esto fue lo que, al parecer, suscitó una gigantesca reacción electoral.
La pregunta de por qué Hillary Clinton obtuvo 7 millones de votos menos que Barack Obama se responde, en parte, con el tema del carbón. Habrá que esperar ahora cuál es la conducta a seguir por parte de Trump, pero de antemano se sabe que, como se dijo, su ataque principal está en el Acuerdo de París, en el que Estados Unidos había prometido reducir ostensiblemente las emisiones de carbono, metano y nitratos.
Frente a lo anterior, también Colombia ha sido partícipe de la erosión del sistema internacional en referencia a la Corte de La Haya. Como se recuerda, el Gobierno decidió salirse de aquella jurisdicción y plantear la no comparecencia en el tema de la última demanda de Nicaragua por las aguas del Caribe occidental. Y así ha venido ocurriendo con otros países, inclusive en Suramérica.
Son estos ejemplos apenas el prólogo dentro de lo que se va a comenzar a sufrir en el concierto de naciones y el consenso proveniente de la Segunda Guerra. Hoy parecería haber un viento de cola que busca modificarlo todo. Y en ello también cuentan los Tratados de Libre Comercio y la salida del Reino Unido de la Unión Europea.