Luego de tres semanas en crisis, el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc volvió a salir a flote. Protagonista principal de esa tarea fue el jefe negociador oficial, el exvicepresidente Humberto de la Calle Lombana, principal encargado de maniobrar en medio de las tensiones generadas por el secuestro a manos de las Farc de un general y varios militares, su posterior proceso de liberación y después los condicionamientos que la guerrilla quiso imponer a cambio de reactivar la Mesa.
De la Calle, junto al alto comisionado de Paz, Sergio Jaramillo, y siguiendo las instrucciones del presidente Juan Manuel Santos, supo manejar la situación, y así como cuando fue necesario no dudó en advertirles a las Farc que no se tolerarían sus tropelías, atropellos a la población civil y actitudes desafiantes a la institucionalidad, también tuvo la ponderación y diplomacia adecuadas para lograr en dos días de difíciles conversaciones con los negociadores subversivos en La Habana, un acuerdo para volver a la Mesa la próxima semana, arrancando la discusión por el complicado tema del desescalamiento del conflicto.
También le correspondió a De la Calle replicar a los críticos del proceso de paz que en medio de la crisis no sólo sugirieron acabar con la negociación, sino que llegaron al extremo de denunciar que el Gobierno terminaría cediendo a las pretensiones de la guerrilla. Al final no ocurrió lo uno ni lo otro. Es más, no son pocos los analistas que consideran que tras lo ocurrido en las últimas semanas, el proceso salió fortalecido y con nuevos bríos.
Lo importante por el momento es que la negociación se mantiene y que las partes se han comprometido a acelerar el ritmo de las tratativas para que el próximo año se pueda llegar a un acuerdo definitivo y ser sometido a la refrendación popular.
De la Calle y el resto del equipo negociador aún tienen una larga tarea por delante. Sin embargo, mientras el proceso se mantenga la posibilidad de una salida política al conflicto sigue vigente.