* El deterioro del orden público
* Redoblar nuevo Plan de Guerra
Nada más peligroso para el país que la politización de asuntos tan delicados como la seguridad y el orden público. Analizarlos bajo la óptica subjetiva de la orilla política o partidista coyuntural que se ocupe frente al gobierno de turno, no sólo termina proyectando diagnósticos y conclusiones que no reflejan la realidad objetiva, sino que pueden, incluso, terminar sirviendo de caja de resonancia a las acciones de los grupos violentos, sobre todo de aquellos que acuden a la sevicia y el terrorismo indiscriminado para tratar de mostrar una fuerza militar y capacidad de desestabilización que no tienen.
Si se trata de analizar qué está pasando realmente en materia de orden público es necesario ahondar en dos escenarios. El primero es el referido a la percepción de la ciudadanía y aquí el principal termómetro son las encuestas más recientes. En la de Datexco, conocida el viernes pasado, el 51 por ciento de los consultados raja el manejo que le da el Gobierno al problema de la guerrilla y un 49,7 por ciento considera que Colombia es menos segura que hace dos años. En la de Ipsos-Napoleón Franco se evidenció que después del desempleo, la inseguridad es el asunto que más preocupa al país. El mismo sondeo indicó que sólo el 49 por ciento de los encuestados aprueba la forma en que el Ejecutivo maneja el tema de la seguridad.
El segundo escenario para saber qué está pasando con el orden público es el de las cifras. La Fundación Seguridad y Democracia, por ejemplo, indicó semanas atrás que en el primer trimestre de este año se presentó un deterioro en este campo. Indicó que entre enero y marzo aumentaron los ataques contra la infraestructura económica, retenes ilegales y los secuestros. En el mismo lapso hubo un leve descenso de los ataques guerrilleros contra la Fuerza Pública (aunque fue el más alto de los últimos cinco años), “originado por una disminución de la actividad armada del Eln”. También se detectó que aunque el número de bajas subversivas aumentó por obra de dos bombardeos de la Fuerza Aérea en Arauca y Meta, el nivel de operatividad general de las Fuerzas Militares contra la insurgencia siguió descendiendo. El Gobierno, a su turno, tiene una percepción distinta y sostiene que el nuevo plan de guerra, denominado “Espada de honor”, está dando resultados en operativos contundentes. Trae a colación una rebaja sustancial en el número de muertes violentas. Incluso, la tasa de homicidio está en su nivel más bajo en las últimas tres décadas y en lo corrido de 2012 la disminución en ese indicador es del 12 por ciento frente al año pasado. A lo anterior el Ejecutivo suma encuestas y estadísticas sobre disminuciones en materia de delitos como hurtos y secuestros.
Como se ve, hay distintas percepciones e interpretaciones sobre lo que está pasando en este campo. Si bien en los bombardeos de semanas atrás se dio de baja a un número sustancial de subversivos, las Farc siguen atacando en Cauca, Nariño, Arauca y Caquetá, como se evidenció en este último departamento el fin de semana con la muerte de cuatro uniformados y la desaparición o secuestro de un periodista francés tras una emboscada a tropas del Ejército.
Es claro que la guerrilla ha venido aumentando poco a poco sus ataques a la Fuerza Pública, la población civil y la infraestructura, sobre todo la petrolera. En Arauca, por ejemplo, a mediados de marzo asesinaron a 11 militares. Pero también es palpable que las Fuerzas Militares han dado contundentes golpes a las Farc este año, y un ejemplo de ello fue el operativo en Meta que abatió más de 30 guerrilleros, entre ellos una decena de jefes de frente y cabecillas de cuadrilla.
Podría decirse, entonces, que el Plan de Guerra que se está poniendo en acción por la Fuerza Pública está dando resultados pero requiere un esfuerzo aún mayor para evitar golpes cruentos y dolorosos por parte de una subversión desesperada y dispuesta a cualquier acto de violencia y barbarie para tratar de demostrar que no está derrotada ni en proceso de rendición como se especula en algunos círculos del establecimiento.