- Hay más PIB pero creció el desempleo
- Inflación controlada y productividad estancada
Mañana comienza en firme la negociación del aumento del sueldo básico para 2019. La Mesa de Concertación Salarial arranca el análisis de los indicadores macro y micro que deben tenerse en cuenta para definir el porcentaje de ajuste de la remuneración mínima mensual y como siempre ocurre las posturas de los sindicatos y empresarios están muy distantes. La posibilidad de un consenso sobre el monto del incremento no es muy alta y no pocos sectores apuestan a que al gobierno Duque, como ocurrió en los últimos años de su antecesor, le tocará fijarlo por decreto al final de este mes.
Nunca es un tema de fácil trámite la definición del nuevo monto del llamado “salario mínimo mensual legal vigente” y este año no será la excepción. Entre los asuntos que más incidirán en la discusión está el del desempleo, que viene en aumento progresivo en los meses recientes. El informe del DANE la semana pasada indicó que la tasa de desocupación laboral fue de 9,1% con corte a octubre, aunque en las trece principales ciudades y áreas metropolitanas fue 10,2%. Un año atrás esos dos indicadores eran de 8,6% y 9,5% respectivamente, poniendo de presente la forma en que el número de personas sin trabajo sigue aumentando.
En cuanto a la inflación, el otro indicador clave dentro de la negociación salarial, este año el control del costo de vida es muy positivo, al punto que entre enero y octubre solo creció
2,75%, frente al 3,5% registrado en igual lapso del año pasado. La inflación anualizada, es decir de los últimos 12 meses, también es baja, ubicándose en 3,33%, un porcentaje sustancialmente inferior al anterior (octubre 2016-octubre 2017), que era del 4,05%. Esto significa, entonces, que la definición del salario mínimo para el próximo año no estará marcada por la presión del costo de vida, como sí ocurrió anteriormente.
La productividad laboral es otro de los elementos clave a la hora de definir cuánto subirá el salario mínimo. Lo que se sabe sobre lo ocurrido este año es que la rentabilidad del sector productivo no es la mejor, a tal punto que difícilmente superaría el 0,5%, aunque cálculos más optimistas la ubican un poco más alta.
Y, por último está el dato referente al crecimiento de la economía este año, que será medianamente positivo, ya que 2017 terminó con un débil 1,8%. Ahora el promedio de los tres trimestres corridos de 2018 es de 2,5% y para cerrar el año con un porcentaje superior al 2,7% o 2,8% el sistema productivo entre octubre y noviembre tendría que ubicarse casi que en un 3%.
Visto todo lo anterior parece claro que esta nueva negociación salarial no será nada fácil. A finales de diciembre del año pasado el gobierno Santos decretó un incremento del 5,9%, con una inflación anual de 4,09% y una productividad laboral de 0,44%, así como un crecimiento anual de apenas 1,8%.
¿Se podrá igualar un aumento salarial como el que se definió para 2018? Para la mayoría de los analistas no será fácil ya que si bien el PIB será más alto este año, el desempleo y la productividad laboral no han tenido un desempeño positivo, en tanto la inflación será más baja. A ello se suma que si bien semanas atrás se pensaba que el impacto del proyecto de reforma tributaria sería muy alto en las discusiones de la Mesa de Concertación, el hecho de que se haya caído- al menos en la ponencia para primer debate en las comisiones económicas conjuntas- la propuesta de IVA a más productos de la canasta familiar, debilitó ese eje de presión. Lo que sí podría influir es lo relativo a algunos proyectos de ley que tramita el Parlamento, como el que crearía una tercera prima laboral para quienes devenguen menos de tres salarios mínimos. La idea ya recibió la negativa de muchos empresarios que advierten un fuerte golpe en los costos de nómina, lo que obligaría a congelar la planta de personal o, incluso, proceder a despidos.
Visto todo lo anterior, es evidente que la discusión sobre el porcentaje de aumento del sueldo básico para 2019 puede evolucionar de forma positiva en tanto las tres partes en la Mesa (Gobierno, sindicatos y patronos) apliquen realismo a sus respectivas posturas. Si esto ocurre las posiciones no estarían tan distantes como asoman en la antesala del pulso. Las cifras no mienten y darles la espalda no es sano desde ningún punto de vista.