* Alarmantes índices de contaminación
* Avances y retrocesos en nuestro país
Nueve de cada diez personas en el mundo respiran aire impuro. Esa fue la impresionante sentencia que retumbó ayer en todo el planeta en el marco de la celebración del Día Internacional del Aire Limpio por un Día Azul. Una sentencia que, casi a modo de ultimátum, volvió a ponerle de presente a toda la humanidad, hoy enfocada en contener la pandemia del Covid-19, la urgencia de combatir la polución y el cambio climático en general.
Pero no fue la única cifra que impactó. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se estima que la contaminación del aire causa alrededor de siete millones de muertes prematuras cada año, fundamentalmente en países de ingresos bajos y medios. Se trata de enfermedades asociadas a riesgos cardíacos, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y otros padecimientos respiratorios. Es precisamente por estas dos últimas patologías que los expertos en salud han encontrado una relación directa entre la contaminación del aire y los factores de riesgo en los pacientes contagiados con el coronavirus, sobre todo aquellos que terminan requiriendo, en estado crítico, soporte ventilatorio mecánico.
También resulta claro que el calentamiento global está asociado directamente a los índices de contaminación del aire, razón por la cual cuando se toman medidas efectivas para combatir uno u otra, se consigue un efecto doble en estos flancos vitales para la supervivencia de la humanidad. Una prueba de ello son los reportes que se han conocido en las últimas semanas en torno a los confinamientos poblacionales y los cierres de los sistemas productivos, así como las restricciones a medios de transporte masivo e individual, que se han implementado en muchos países con el fin de reducir el volumen de contagios y muertes por la pandemia. Las mediciones han evidenciado que la calidad del aire ha mejorado de manera sustancial, ya que disminuyo la emisión de gases de efecto invernadero. Por igual, se volvió a plantear el eterno debate sobre si el mundo debe seguir dependiendo para el suministro de energía de los combustibles fósiles o debería hacer una apuesta de mayor calado por energías limpias y sustentables.
Otro de los énfasis de la jornada de concientización mundial ayer sobre el aire que respiramos fue el relacionado con dimensionar los costosos efectos económicos de la polución. Las cifras son dicientes: solo la contaminación por ozono es responsable de la pérdida de 52 millones de toneladas de cultivos cada año en el mundo.
En Colombia, este asunto de la calidad del aire cada vez preocupa más e incluso se recuerda que al comienzo del año hubo sendas alertas amarillas por los altos niveles de polución en Medellín y Bogotá. Y precisamente por estos días se registraron dos noticias en dirección contraria. De un lado, el Ministerio de Ambiente, en su rendición de cuentas, trajo a colación que gracias a la reducción de la deforestación así como a la implementación de proyectos de desarrollo bajo en carbono, el país logró la reducción acumulada de 11,73 millones toneladas de CO2 equivalente, avanzando en la meta de reducción de 36 millones de toneladas. De acuerdo con la entidad, con el objetivo de reducir la presencia de material particulado en áreas urbanas se ejecutaron cinco planes estratégicos regionales de prevención, reducción y control de la contaminación del aire, logrando una mejora del 7.3%. Además, se resaltó el avance en la meta de país de sembrar 180 millones de árboles en el cuatrienio, teniendo ya 36 millones plantados. Por igual se destacaron los avances en potencial de energías limpias así como en la estrategia de impulso a vehículos eléctricos o híbridos.
En la otra orilla, la Contraloría General entregó su informe anual sobre el estado del sector ambiental del país e hizo un crudo diagnóstico sobre las falencias de las políticas públicas sectoriales. En relación con la calidad del aire, el ente de control recordó que el Conpes 3943 proyectó en 2018 la incorporación de 600 mil vehículos eléctricos a 2030, pero según el Plan Nacional de Desarrollo para cumplir esa meta durante los próximos ocho años tendrían que ingresar 593.400, es decir, un promedio de 74.175 por año. De igual manera se recalcó que después de cuatro años de la creación del impuesto al carbono y de la autorización de actividades alternativas por la no causación del gravamen, se observa que ninguna ha tenido avances importantes que redunden en la reducción de los Gases de Efecto Invernadero (GEI).
Como se ve, reducir la contaminación del aire continúa siendo un imperativo vital, pero también uno de los más grandes pendientes de la humanidad pese a que, como se dijo al comienzo, nueve de cada diez personas respiran aire impuro en el mundo.