- Duelo clave entre justicialistas y Macri
- Los altibajos del dólar marcan la pauta
La Argentina de hoy, que bajo el mando de Mauricio Macri siguió a rajatabla la política neoliberal que impulsa el FMI frente al populismo chavista trasnochado y fracasado de los justicialistas de izquierda, ofrece un panorama confuso y preocupante.
La economía, tras haber recibido más de 50 mil millones de dólares del ente financiero multilateral, se encuentra tan estancada y en aprietos, como cuando terminó su mandato Cristina Fernández. La crisis socioeconómica se extiende por varias ciudades, lo que impacta en un país que llegó a tener los mayores excedentes de alimentos de la región y en el que los obreros tenían un nivel de calidad de vida superlativo. No hay que olvidar que esa nación en el siglo pasado alcanzó a figurar entre las más ricas y desarrolladas, pero retrocedió en parte por el populismo, los golpes militares, la corrupción y el despilfarro de su potencial en muchos frentes. Otro factor agravante fue que con los Kirchner se asentó el nepotismo en el poder, al igual que la burocracia sindical y un régimen de contratación pública corrupto manejado a dedo desde la Casa Rosada.
Frente a la demagogia y el despilfarro de los Kirchner, surgió años atrás la aspiración del millonario, empresario y dirigente futbolístico Macri, que prometía depurar el Estado así como activar un gobierno de técnicos y políticos transparentes, que le devolvieran al país el prestigio del pasado lejano y lo enrumbará de nuevo por la senda del crecimiento económico y la estabilidad social. Ganó su propuesta y lo primero que hizo fue conseguir recursos para arrancar esa recuperación nacional. Pero pronto se vería que no es lo mismo competir en el mundo del deporte que gobernar el país, puesto que los obstáculos a vencer eran inmensos, dado que los justicialistas de izquierda le dejaron una nación técnicamente en quiebra y sobrecargada de deudas.
En ese marco, sanear las relaciones con la banca internacional se convirtió en una de las prioridades, avanzando en ello rápidamente, lo que le permitió recibir el apoyo del FMI, consiguiendo un millonario préstamo. La opinión pública, entre incrédula y sorprendida, confió en que si esos recursos se invertían bien, podrían convertirse en la tabla de salvación anhelada.
¿Qué pasó? ¿Cómo es posible que la economía se encuentre hoy en la misma precaria situación que cuando terminó el desastroso mandato de la Kirchner? ¿Cómo es posible que, pese a la estrategia neoliberal a ultranza, se cayera de nuevo en el tobogán de la ruina? ¿Por qué asoman otra vez denuncias de despilfarro y corrupción? Según analistas, las inversiones que promocionó Macri para el campo no dieron los resultados esperados. El ingreso de nuevos capitales tampoco fue el que se había proyectado y el difícil clima económico internacional afectó el plan de reactivación local. Todo ello frustró las esperanzas de mejorar la calidad de vida de la población, aumentar la inversión social y estimular la generación de empleo y el despegue económico. Así, la esperanza con el nuevo gobierno se tornó pronto en frustración. Frente a ello, hoy tanto Macri como sus líderes de campaña reeleccionista consideran que en un segundo mandato se verán los resultados del duro plan de ajuste, en tanto que el kirchnerismo, que quiere retomar el poder, apuesta por la ley del péndulo político.
En medio de ese duro pulso mañana se realizan las elecciones primarias en Argentina. Ambos bandos se esfuerzan por lograr el mayor número de gobernaciones, entendiendo que lo que ocurra en las urnas será una especie de plebiscito sobre la situación del país y el clima de opinión de cara a la contienda presidencial. Ello explica por qué el Ejecutivo y su coalición se han jugado el todo por el todo para reafirmarse en el poder regional y local.
En la otra orilla, la exmandataria -hoy fórmula vicepresidencial de Alberto Fernández, un exministro de su fallecido esposo-, entiende que esta cita en las urnas es clave para los anhelos de que el chavismo de corte justicialista retorne al poder. Las últimas encuestas le dan el favoritismo a su llave para retornar a la Casa Rosada, es claro. Sin embargo, el escenario político es muy voluble. Por ejemplo, la campaña se efectúa bajo la presión del dólar al alza, que el gobierno se había comprometido a frenar pero no lo consiguió, con todas las implicaciones de balanza y rentabilidad comercial que ello implica.
Si los candidatos del kirchnerismo ganan hoy el pulso por las gobernaciones, en especial la de Buenos Aires, el impacto sobre las presidenciales sería alto. Pero si Macri consigue frenar a la oposición y ganar la capital del país y otras plazas clave, esto le daría renovado aliento para remontar en las encuestas y asegurar la reelección.
Habrá que esperar qué pasa mañana para vislumbrar el futuro de un país que hoy tiene un horizonte incierto y cuya recuperación continúa siendo una incógnita.