- La más dilatada obra de infraestructura
- Nuevo cronograma para el 2020
En las últimas tres décadas no hay gobierno que no haya tenido entre sus prioridades de desarrollo de infraestructura vial la solución al ‘cuello de botella’ para el transporte de carga y de pasajeros por el cruce de la Cordillera Central, entre Calarcá (Quindío) y Cajamarca (Tolima), sobre todo en lo relativo al tantas veces prometido, incluso inaugurado parcialmente, pero nunca concretado Túnel de La Línea.
Como todo el país lo sabe, el proceso de construcción y puesta en funcionamiento de esa megaobra ha sido traumático, con un sinnúmero de problemas en materia de diseños, contingencias geológicas y de trazado, problemas a granel en contratación, sanciones por incumplimientos, tribunales de arbitramento y pleitos sin fin, polémicas por adiciones y sobrecostos, parálisis en los trabajos por no ajustarse a las exigencias ambientales… En fin, todo un rosario de complicaciones que ha impedido que el Túnel de la Línea, sin duda el proyecto de infraestructura más prometido en lo corrido de este siglo, haya podido comenzar a funcionar.
En las últimas semanas del pasado gobierno se anunció que el cruce vial por la Cordillera Central mostraba un avance del 88 por ciento e incluso se señalaba con bombos y platillos que el 30 de junio del año pasado se entregaría el primer tramo de obras en el proyecto túnel de La Línea, faltando la instalación de los equipos electromecánicos para su puesta en funcionamiento. Se confirmó, entonces, que la obra tampoco se culminó en esa administración y le correspondería a la entrante asumir el reto de concretar de una vez por todas el dilatado proyecto, que es clave para la comunicación por carretera entre el centro y el occidente del país, sin lo cual será imposible mejorar de manera sustancial en materia de competitividad económica. No hay que olvidar que se está hablando aquí del corredor vial entre Bogotá y Buenaventura, el principal puerto del país. Se calcula que la terminación de esta obra generaría beneficios por casi 300 mil millones de pesos anuales por concepto de disminución de los costos de operación y tiempos de viaje, reducción de la accidentalidad, eliminación de interrupciones y del stand by de cargas, el aumento de flujos en el comercio exterior y el recaudo de peajes. Igualmente habría más empleo por desarrollo empresarial, turismo, dinámica productiva y valorización de las propiedades en la zona.
Tras analizar el avance de las obras y los pasos a seguir, a finales de diciembre pasado el Ministerio de Transporte, a través del Instituto Nacional de Vías, abrió tres licitaciones públicas por casi medio billón de pesos con destino a contratar la terminación de las obras complementarias de la megaobra entre Calarcá y Cajamarca. Según se informó, con base en los estudios técnicos especializados de la firma consultora Ingetec, se definieron y pusieron en marcha cuatro líneas de acción centradas en terminar, reparar, repotenciar, y reconstruir las obras iniciadas.
Las licitaciones abiertas permitirán la terminación de túneles, puentes, varios kilómetros de segunda calzada y la atención de algunos puntos críticos, así como la construcción de más infraestructura complementaria. Ya a comienzos de diciembre el Consejo Superior de Política Fiscal (Confis) había autorizado más recursos para la terminación del Túnel principal de La Línea.
Los cronogramas de estas nuevas licitaciones plantean que el plazo para realizar las obras será de 19 meses a partir de la legalización de los respectivos contratos. Se prevé, entonces, que la terminación de los trabajos y la puesta en servicio de las obras complementarias podrían darse en diciembre de 2020. Si todo ello se cumple dentro de los tiempos pensados, entonces el Túnel de la Línea sería puesto, por fin, en operación en el segundo semestre de ese mismo año.
Esa, entonces, es la apuesta de la administración Duque respecto al Túnel de La Línea. Dados los antecedentes de los últimos dos gobiernos, es claro que la opinión pública regional y nacional, así como los gremios y demás sectores del país ven este nuevo cronograma con cierta cautela. Sin embargo, si el cronograma se surte eficientemente y no surgen nuevas o viajes problemáticas, en menos de dos años la tantas veces prometida megaobra de infraestructura, por fin, será una realidad. Ya no hay margen para más errores ni dilaciones. Se cumple o se cumple.