- Récord en los últimos tres años
- ¿Narcotráfico las está infiltrando?
Un informe del Banco de la República publicado meses atrás señalaba que Colombia ocupa el puesto 25 a nivel mundial en el número de emigrantes, con 2,6 millones de personas, y el 30 en el total de remesas recibidas, con 4.635 millones de dólares en 2015. Incluso, según la misma fuente, entre 2005 y 2015 entraron, en promedio, 4.149 millones de dólares por año, equivalentes al 96 por ciento de recaudo anual de regalías del bienio 2013-2014, o al 52% del costo total de la expansión de la refinería de Cartagena.
Así las cosas, las remesas son, cada día más, una fuente importante de divisas para el país. Incluso, la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF) reveló recientemente que por cuenta de la recuperación económica mundial ese flujo de recursos girados por colombianos en el exterior a sus familias aquí podría estar aumentando este año. No se trata de un hecho menor toda vez que, según el mismo centro de estudios gremial, el año pasado las remesas alcanzaron la cifra récord de 5.565 millones de dólares, que es el equivalente al 1,8 por ciento del PIB. Estos giros, entonces, completaron tres años seguidos al alza, duplicando su participación en el PIB y ganando peso en materia de cuenta corriente.
A ello se suma que dada la evolución cambiaria en los últimos tres años, ese mayor flujo de remesas ha tenido un impacto superior en la economía de las familias receptoras, toda vez que entre más caro esté el dólar más pesos reciben los destinatarios.
Hasta ahí todo está bien. En la economía moderna y un sistema globalizado por cuenta de la movilidad creciente de la población, las remesas han ido ganando cada vez más espacio como fuente permanente y sustancial de divisas en todo el mundo, pero sobre todo en las naciones en desarrollo.
Sin embargo, también hay que tener claro que en los últimos tres años se registró un aumento de la extensión de los narcocultivos en Colombia, casi que multiplicándose por tres y llegando a tocar las 200 mil hectáreas y un potencial de exportación superior a las 700 toneladas año de alcaloides. A ello se suma que las incautaciones de alijos de cocaína y heroína también crecieron sustancialmente, al tiempo que se detectó un aumento en las modalidades de los narcotraficantes para ingresar al país millonarias sumas por cuenta del ilícito negocio.
¿Tiene alguna relación el aumento de las remesas con ese pico narcotraficante? Ese es un interrogante que las autoridades judiciales y financieras están estudiando, sobre todo porque hay alzas atípicas de giros desde algunos países en donde la cantidad de colombianos no es muy alta o no ha crecido sustancialmente en años recientes. No se trata, en modo alguno, de satanizar las remesas o de cubrirlas a todas con un manto de sospecha generalizado. Simple y llanamente es una revisión natural para certificar el origen y destino lícito de estos millonarios recursos. No hay que olvidar que después de detectar las autoridades a muchas personas que estaban trayendo en sus organismos bolsas con rollos de dólares, los narcotraficantes han buscado otros modus operandi para tratar de introducir dinero a Colombia y lavar activos.
Ya varios gremios económicos han advertido al respecto, razón por la cual es necesario que avancen rápidamente las investigaciones que expliquen de forma rápida y lógica a qué se deben algunos casos de aumentos anormales de giros de dinero desde distintos países. Si hay allí un aumento progresivo de compatriotas que trabajan y tratan de ayudar a sus familias aquí en Colombia, debería crearse una política de apoyo y acompañamiento a esa población migrante. Pero si no existe este fenómeno, hay que poner la lupa sobre qué es lo que puede estar pasando.
Las estadísticas más recientes señalan, según la ANIF, que de los más de cinco millones de nacionales en el exterior, sólo el diez por ciento de ellos hace esta clase de giros, sobre todo desde Estados Unidos y España. Por lo mismo, según el centro de estudios gremial, el Banco de la República “debería estar analizando, como lo hacía en el pasado”, la incidencia de un posible mecanismo de “blanqueamiento” de dineros ilícitos vía “remesas” del exterior, más aún porque la economía ilegal en el país bordea el 2% del PIB.
Así, pues, urge poner la lupa sobre lo que está pasando con las remesas y blindarlas contra la posible intención delincuencial de infiltrarlas para lavar narcodineros. Decenas de miles de familias que reciben apoyo económico legal de los suyos en el extranjero así lo deben estar exigiendo.