Las predicciones de Krugman | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Septiembre de 2012

* Rajoy y la alta política

** El euro sobrevive

 

Hace dos meses y medio la zona euro semejaba un trepidante Titanic a punto de hundirse a la vista de millones de seres, que no sabían qué hacer. El economista Paul Krugman en su columna habitual del New York Times lo anunciaba. La salida de Grecia de la zona euro provocará un junio negro, junto con un corralito que se extendería peligrosamente por Europa, principalmente por España e Italia. La precaria situación del euro se precipitaría en cuanto, al percibir el derrumbe financiero que se avecinaba, los ahorristas sacarían su dinero y empujarían a los bancos y entidades financieras al abismo. Sería una suerte de “corralito” a la argentina, puesto que los banqueros y magnates europeos se llevarían su dinero a Alemania. Frente a tamaño desafío el euro no resistiría. Así que -agregaba el prestigioso Nobel- esto llevará a establecer casi de inmediato unos mecanismos de control para “prohibir transferir esos depósitos fuera del país y limitar la disponibilidad de efectivo”. Y lo cierto es que Alemania ha recibido grandes cantidades de dinero de la eurozona a muy bajos intereses, sin llegar a la magnitud que pronosticaba Krugman. La pregunta obligatoria, después de leer las predicciones de tan famoso experto y gurú de la economía y constatar que por ahora no se han cumplido sus predicciones, es tratar de indagar lo que pasó.

Lo primero que se debe destacar es que el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, se jugó su prestigio y asumió la responsabilidad en el manejo de la crisis, al comprobar que había recibido un país en cuidados intensivos de parte de su antecesor Rodríguez Zapatero. Las cifras económicas que le suministraban sus asesores empeoraban día a día. No faltaron los que le insinuaron que siguiera como si nada pasara con la fiesta orquestada por su antecesor, lo que habría sido un suicidio. Al tiempo que se daba cuenta de que el problema no era de popularidad, de encuestas favorables o negativas, que lo que estaba en juego era la suerte de España. Al llegar a esa conclusión explicó a la población con absoluta franqueza, que debía tomar medidas extraordinarias para tiempos extraordinarios. Y agarró el toro por los cuernos. Sin temblarle el pulso suscribió el paquete de medidas económicas más severo de tiempos de la democracia, al principiar por recortar los sueldos de la burocracia estatal, como las diversas ventajas y canonjías de las que gozaban en los distintos niveles de la administración pública. Reconoció públicamente que dada la situación del país no podía cumplir su promesa electoral de bajar los impuestos y que, por el contrario, los subía. Junto con una serie de medidas que implicaron inicialmente un ajuste de 65.000 millones de euros de aquí al año 2014. Estas medidas las toma Rajoy a sabiendas de que nueve países europeos hasta ese momento han visto cambiar el signo político del gobierno por cuenta de la crisis económica, lo que en una democracia parlamentaria implica que en cualquier momento se pueden adelantar las elecciones y sufrir el voto castigo.

Esos negros augurios no arredran a Rajoy, mientras avanza en su política diplomática con los gobernantes europeos Mario Monti, de Italia, François Hollande, de Francia, y Ángela Merkel. de Alemania, quienes le dan la mano a España y consiguen aliviar la situación de Grecia, como moderar la política del Banco Central Europeo. Gracias a que se consigue evitar el descarrilamiento de España, no se produce la estampida de dinero del resto de la zona euro y por ahora todo indica que la moneda resiste el embate de la crisis. En tales circunstancias la postura de la señora Merkel y de Hollande tiende a favorecer una política que permita que países como España no se asfixien estrechando a ultranza la soga de la contracción y el ajuste. Hoy son varios los economistas que estiman que gracias a las disposiciones del Gobierno español, el euro sobrevive y es posible enderezar el rumbo. En particular en cuanto los vasos comunicantes de la economía mundial determinan que el Banco Central Europeo se torne más flexible, así como existe la posibilidad de que frente a eventuales signos de recuperación la inversión extranjera y los capitales propios que huyeron a paraísos financieros vuelvan a España. Lo que no significa que Paul Krugman se equivocó de plano. Eso indica que frente a la crisis se pueden tomar medidas que permitan soportar el temporal mientras se encuentra la salida oportuna, que es lo que hizo Rajoy como buen político, así no tenga el Nobel de Economía. En este caso se reivindica una vez más la alta política frente al formulismo económico. No quiere decir que se superó la crisis, sino que por ahora se evitó el hundimiento anunciado del euro.