La política monetaria del Banco de la República se ha centrado en favorecer la fortaleza de la moneda colombiana, como una forma de impulsar la expansión de la economía, de hacer más atractivo el ingreso de la inversión extranjera. Por años, mientras en los Estados Unidos la Reserva Federal bajaba los intereses al mínimo, con miras a beneficiar la producción local, aquí se pagaban intereses oficiales comparativamente muy elevados, lo que hacia más atractiva la llegada de capitales golondrina. Lo mismo que sirvió a los grupos financieros que contaban con préstamos en dólares baratos que monetizaban en pesos, con lo que se favorecían al prestarlos a intereses elevados y después pagar en Estados Unidos el préstamo, lo que les daba jugosas ganancias. El sector exportador ganó por esa vía, en tanto la mano de obra colombiana se encareció y algunos artículos de exportación se hicieron menos competitivos. Ciertos sectores industriales se beneficiaron al comprar insumos y maquinaria favorecidos por el cambio que salían más baratos. Y, claro, la cifras de la economía en algunos casos mejoraron, en cuanto la deuda externa y la privada en dólares bajaba, por cuenta de la valorización del peso frente al dólar. Al depreciarse el peso, pasaría exactamente lo contrario. Y, también, entre los diversos problemas ligados a la cuestión monetaria se considera de los más delicados el de la enfermedad holandesa. Estos aspectos contradictorios muestran lo delicado de optar por una u otra política, dados los efectos que pueden tener esas medidas en la economía. Por estudios de otras economías y los efectos del libre mercado, no debería sorprender lo que está pasando; en los años noventa la apertura con una moneda local revalorizada produjo una avalancha de importaciones y numerosas quiebras. Como en una ecuación matemática se sabe que si sale relativamente barato importar y el público tiene pesos valorizados a su disposición tiende a comprar mercancías del exterior. Y si al mismo tiempo entramos en una fiebre de pactar acuerdos comerciales - TLC, con distintos países sin atender mucho su grado de desarrollo y nuestra propia competitividad, con lo que se propicia un eventual trampa mortal para nuestra industria y producción. Ya se perciben los efectos negativos en algunos sectores. Los ganaderos están sufriendo la consecuencia de competir con sectores lácteos que reciben en otras regiones subsidios. Lo que llevó al Ministerio de Agricultura a tomar algunas medidas momentáneas de protección. El caso del sombrero ‘vueltiao’ que produce una comunidad indígena en la Costa, no deja de ser aleccionador por cuanto ese mismo se repite con buena parte de nuestra producción. Para el efecto basta indagar cuánto cuesta un par de zapatos de mediana calidad en China y cómo la producción nacional no resiste la competencia. Lo mismo se repite en algunos textiles, en ocasiones porque carecemos de tecnología de punta, el factor salarios e impuestos, como el de transporte. Y el problema cambiario colombiano es de tal magnitud que no resulta fácil manejarlo, cuando tenemos que según la Asobancaria anualmente el lavado de dinero en Colombia se estima en 20 billones de pesos, suma que equivale a unos 11.000 millones de dólares. Semejante situación determina que el efecto de decisiones trascendentales como la que tomó el lunes la Junta Directiva del Banco de la República, que disponen aumentar en 50 por ciento su programa de compra de divisas, hasta 750 millones de dólares mensuales, sin otras medidas de improviso se quede corto. En particular en lo que se refiere a ingreso de capitales que está protegido por sendos tratados de TLC. Al mismo tiempo la economía internacional no se recupera y la crisis se extiende a otros países, lo que debilita el precio de las materias primas que es lo que favorece nuestra economía. El precio del carbón, según informa el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, bajó en los últimos meses un 50 por ciento. Y podría bajar más en la medida que los EE.UU. exploten sus ricas minas de carbón.
Entre las razones que se aducen para tomar medidas monetarias a favor de los exportadores se destacan las aulagas que afectan a los cafeteros, a lo que debe agregarse que las noticias de China indican que ese país está impulsando en su territorio grandes cultivos de café. Todo lo cual nos advierte la complejidad del problema monetario y nuestra relación con la economía internacional. Naturalmente es más fácil tomar medidas monetarias que mejorar la infraestructura, que podría ser la salvación para evitar una caída de la economía y fomentar el empleo. Si utilizáramos mejor los recursos de las regalías.