Hacia un Conpes de IA | El Nuevo Siglo
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Domingo, 23 de Junio de 2024

* Marco ético y reglas del juego funcionales

* Debate global que evoluciona todos los días

 

La masificación de las herramientas de inteligencia artificial (IA), sobre todo en los últimos dos años, tiene a muchos países e incluso a entes multilaterales como Naciones Unidas trabajando a marchas forzadas con el fin de expedir marcos regulatorios y modelos de gobernanza que permitan asegurar un uso racional, correcto y, sobre todo, funcional del que es, sin duda, uno de los avances más importantes de las últimas décadas.

Las plataformas de inteligencia digital regenerativa han revolucionado el flujo de conocimiento y contenidos en todo el planeta. Y a la par de ello, se han disparado las alertas sobre los riesgos que esto conlleva en múltiples frentes. Incluso, algunos de los desarrolladores de esta tecnología han lanzado advertencias muy graves respecto a que faltó una mayor pedagogía y formulación de líneas rojas a nivel global antes de permitir el acceso libre a estos programas.

Los expertos señalan que el mayor cuello de botella en la regulación de la IA es, precisamente, que el ritmo de evolución de la misma es de tal dinamismo y rapidez, casi exponencial, que cuando alguna nación cree tener ya un marco regulatorio moderno y efectivo, al poco tiempo este se evidencia como anacrónico o deficiente en alto grado.

Más preocupante aún es que la complejidad que implica fijar límites cuando una persona use herramientas de IA ha llevado a intensos debates en muchas latitudes en donde se ponen sobre el tapete conflictos de garantías fundamentales, la delicada balanza de derechos y deberes en las plataformas electrónicas, la redefinición de la propiedad intelectual, la propagación de los discursos de odio y el impacto de esta tecnología en la educación, el mercado laboral, la ciberseguridad, economía, industria, cultura, comportamientos individuales y colectivos. A ello se suma la controversia en torno a cómo evitar que estos desarrollos digitales terminen siendo instrumentados para actividades antiéticas, delincuenciales o incluso terroristas…

Colombia no es la excepción en este análisis de alcance global. De hecho, en la legislatura que acaba de terminar estaban en trámite no menos de cinco proyectos de ley referidos a la regulación de la IA en nuestro país. A ello se suma que desde el Departamento Nacional de Planeación y ministerios como el de Ciencia, Tecnología e Innovación se ha venido construyendo la base argumental del documento Conpes de Inteligencia Artificial, que se espera sea dado a conocer en agosto próximo.

En un país en donde las autoridades, la opinión pública y las demás instancias nacionales suelen imbuirse en polémicas efectistas y de poco fondo y aporte, la definición de las reglas del juego para la IA es un asunto de primer orden desde todo punto de vista.

En entrevista publicada en nuestra edición dominical, la ministra de Ciencias, Yesenia Olaya, explicó que el referido Conpes, que es producto de un análisis multidisciplinario y fue discutido en trece foros regionales, se enfoca en la implementación ética y sostenible de la inteligencia artificial, a partir de varios focos: innovación, ética y gobernanza; educación, investigación e innovación; datos y organizaciones; industrias innovadoras; y privacidad, ciberseguridad y defensa.

La alta funcionaria fue enfática en torno a que regulación no es prohibición, sino poder tener el conocimiento de cómo funcionan los algoritmos de la inteligencia artificial, cuáles son sus aplicabilidades y los efectos en todos los sectores públicos y privados. Reiteró que a lo largo de los ejercicios que se hicieron en distintas regiones quedó claro que una de las principales urgencias es la de fortalecer el componente pedagógico y de información respecto a la IA. Solo así cada persona será consciente de cómo funciona esta tecnología, sus potencialidades y riesgos. Todo ello con miras a reducir y mitigar, por ejemplo, las reproducciones de estereotipos de género, raciales y de violación a derechos humanos que se han denunciado a nivel global por la utilización irregular de estas nuevas herramientas.

Es clave, entonces, que el documento de política pública que se revelará en agosto no solo tenga un enfoque integral y multidisciplinario, sino que, antes que cerrar el debate alrededor de un tema que todos los días genera nuevos tópicos y aplicaciones, permita organizar la discusión sobre cuáles deben ser las reglas del juego y su adecuación a los constantes desarrollos. Es imperativo no solo neutralizar la utilización malévola de esta tecnología, sino que no conlleve a patrones socioculturales que profundicen la inequidad, violación de derechos humanos, discriminación y otras anomalías lo suficientemente advertidas.

Lo importante, en todo caso, es que Colombia también sea protagonista en el análisis de cómo garantizar que el avance superlativo que constituye la IA no termine siendo desviado, desnaturalizado y genere más problemas que beneficios. El marco regulatorio y el componente ético son elementos determinantes en ese objetivo.