- Profundo mensaje del papa Francisco
- Más allá de regalos, fiesta y descanso
La Navidad siempre tiene varias connotaciones. La primera y más visible es, sin duda, la de ser una época de celebración y reunión de seres queridos y amigos. Una segunda está asociada al cruce de los regalos como muestra de cariño. También, en tercer lugar, se le identifica con unos días de vacaciones y de oportunidad para desconectarse del estrés diario. Sin embargo, el significado navideño verdaderamente importante va más allá de esas manifestaciones que mezclan lo típicamente festivo, el pico de consumismo y el merecido descanso, sin que ninguno de esos tres aspectos sea, de por sí, reprochable.
La Navidad dentro de la doctrina católica, apostólica y romana tiene una significación muy profunda que no en pocas ocasiones queda en una especie de segundo plano por cuenta de esa connotación excesivamente comercial que con el pasar de los tiempos se le ha dado a estas fechas. Sin embargo, siempre es bueno retomar esa esfera espiritual que rodea esta importante celebración religiosa y la mejor forma de hacerlo es acudiendo a las reflexiones que hiciera en estos días el propio papa Francisco sobre lo que es la navidad y cuál es el mensaje al que este año se le está dando más relevancia para la feligresía.
“… Este año el Señor nos ofrece la ocasión de encontrarnos para este gesto de comunión, que refuerza nuestra fraternidad y está enraizado en la contemplación del amor de Dios que se revela en la Navidad. En efecto, ‘el nacimiento de Cristo’ -ha escrito un místico de nuestro tiempo- es el testimonio más fuerte y elocuente de cuánto Dios ha amado al hombre. Lo ha amado con un amor personal. Es por eso que ha tomado un cuerpo humano al que se ha unido y lo ha hecho así para siempre. El nacimiento de Cristo es en sí mismo una ‘alianza de amor’ estipulada para siempre entre Dios y el hombre. Y san Clemente de Alejandría afirma: Por esta razón, el Hijo en persona vino a la tierra, se revistió de humanidad y sufrió voluntariamente la condición humana. Quiso someterse a las condiciones de debilidad de aquellos a quienes amaba, porque quería ponernos a nosotros a la altura de su propia grandeza”.
De acuerdo con el Pontífice el intercambio de saludos navideños es además una ocasión para acoger nuevamente su mandamiento: “Como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”. Agregó el Papa que “la Navidad, por tanto -como exhortaba el santo Cardenal Newman-, ‘nos encuentre cada vez más parecidos a quien, en este tiempo, se ha hecho niño por amor a nosotros; que cada nueva Navidad nos encuentre más sencillos, más humildes, más santos, más caritativos, más resignados, más alegres, más llenos de Dios’”.
Esa profundidad espiritual que implica y explica a la navidad también fue recalcada ayer por el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Óscar Urbina Ortega, quien llamó a todos los compatriotas así como a quienes “han llegado por diversas razones a residenciarse entre nosotros”, a abrir el corazón a la reconciliación y la paz. “En esta Navidad y con motivo del inicio de un nuevo año, me uno a los sentimientos de todos los colombianos que están dispuestos a abrir su corazón a la reconciliación y a la paz; a pedir y ofrecer perdón; a crear una cultura del encuentro, superando viejos odios y enemistades, para avanzar juntos por caminos de verdad, justicia, solidaridad y fraternidad”, precisó el jerarca católico.
Tras indicar que el camino de la paz, que ofrece el nacimiento de Cristo, “implica reconocer que en Dios somos una sola familia”, monseñor Urbina exhortó a que se abran espacios de respeto para los niños, adolescentes y jóvenes, donde sean protegidos, escuchados y valorados, en la “conquista de sus nobles ideales”. También llamó la atención para que se reconozca al adulto mayor y sea aceptado e incluido en la sociedad, en la que “amar, defender y promover la vida y el cuidado de la creación sean el culmen de la paz”.
Es claro, entonces, que la navidad va más allá de las fiestas, los regalos y las vacaciones. Es una época que exige de todos los católicos un proceso de reflexión y examen espiritual sobre la forma en que cada uno aplica los principios fundacionales de la fe cristiana y cómo estos conducen a la plenitud de quien los practica y aplica en su diario vivir.
Por último, sea esta la ocasión para desear a todos nuestros lectores, anunciantes y a los colombianos en general una Feliz Navidad en compañía de los suyos y en un ambiente de paz y concordia.