Economía global pierde fuelle | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Enero de 2024

Banco Mundial, el nuevo campanazo

* Decisiones de cada gobierno serán claves

 

Gris y con asomos de tormenta. Así será la economía global en este 2024, al tenor de los últimos pronósticos de la banca multilateral y los principales organismos trasnacionales. Ayer, por ejemplo, el Banco Mundial advirtió que no solo se mantendrá la desaceleración productiva por tercer año consecutivo, sino que es muy posible que el planeta ya se esté exponiendo al riesgo de una “década de oportunidades desperdiciadas”, a menos que corrija el rumbo a corto plazo.

Las cifras de la entidad financiera son contundentes: el crecimiento de Producto Interno Bruto (PIB) mundial pasará del 2,6% registrado en 2023 a un 2,4% este año. Un dato muy grave puesto que se trata de casi tres cuartos de punto porcentuales por debajo del promedio de la década pasada.

La caída es generalizada, ya que según los técnicos del Banco Mundial las economías en desarrollo crecerán solo un 3,9%, más de un punto por debajo del promedio registrado en la década anterior. Y los países de ingreso bajo crecerán un 5,5 %, menos de lo esperado.

Para hacer más entendible lo que significan estas cifras, el informe del ente financiero señala que a finales de 2024 la población de aproximadamente uno de cada cuatro países en desarrollo y alrededor del 40 % de los países de ingresos bajos seguirá siendo más pobre de lo que era antes de la pandemia.

El informe del Banco Mundial va en la misma línea que el revelado la semana pasada por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, según el cual la economía mundial se desacelerará este 2024, con una proyección de crecimiento apenas de 2,4%, inferior al 2,7% estimado para 2023, también por debajo del nivel prepandémico, que era del 3% en promedio.

El último reporte del Fondo Monetario Internacional (FMI) también había pronosticado para este año un muy bajo desempeño de la economía, con un crecimiento apenas del 2,9%. Finalmente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) -a la que pertenece Colombia-, apuesta por un 2,7% de PIB mundial para este 2024.

El panorama para América Latina es tanto o más complicado que el global. El Banco Mundial prevé un crecimiento del 2,3% en 2024 (para el caso específico de Colombia señaló un 1,8%). El FMI prevé un 2,3% como máximo. A su turno, el reporte de la ONU apunta a que el PIB regional no iría más allá del 1,6%. Por último, la Cepal también es pesimista y proyectó un aumento del PIB de apenas 1,9% en 2024.

Los distintos informes coinciden no solo en sus bajas proyecciones de crecimiento, sino también en el diagnóstico de las causas de la desaceleración mundial. Recalcan no solo la incertidumbre geopolítica y el lento repunte productivo de China y otras naciones desarrolladas, sino los efectos de las guerras en Ucrania (a punto de cumplir dos años) y Gaza (cuatro meses y no asoma una desescalada).

A ello suman, la curva alta inflacionaria que persiste en muchas latitudes y las consecuentes políticas monetarias restrictivas (altos intereses financieros) a que acuden muchos bancos centrales para evitar un mayor impacto lesivo al poder adquisitivo de las familias. También debe tenerse en cuenta que los altos niveles de endeudamiento heredados de la pandemia obligan a muchos gobiernos a apretarse el cinturón para contener los déficits fiscales, so pena de entrar en moratorias e impagos. La lista de elementos que lastran el dinamismo productivo se complementa con las fuertes variabilidades cambiarias, los bandazos coyunturales en el precio del petróleo y algunas materias primas básicas, así como por la caída de los flujos de inversión extranjera directa, un comercio que no recobra aún sus flujos tradicionales y los impactos no solo del cambio climático sino del fenómeno de El Niño en parte del hemisferio occidental ecuatorial.

Todo lo anterior deja claro que este 2024 será muy difícil en materia económica. Cada país deberá moverse con suma cautela para mantenerse a flote. En medio de un panorama global en plena desaceleración, las medidas de corte nacional serán clave para amortiguar el impacto global y sus consecuencias en materia de mercado, inversión, balanza comercial y acceso a capitales. Solo aquellos gobiernos que actúen con cautela, sin asumir riesgos innecesarios ni apostar por utopías, políticas anacrónicas o populismo extremo, podrán capear el temporal. Aquellos que no, solo verán profundizar los déficits, disminuir la inversión social, encarecer su deuda, bajar sus notas en las calificadoras de riesgo, así como aumentar la pobreza, inequidad e inconformismo poblacional. Todo un campanazo para Colombia. Soldado avisado…