* Llega JN.1, nueva variante de Ómicron
* Continúa siendo prioritaria la vacunación
La evolución del Covid-19 continúa. El mundo enfrenta ahora la amenaza de JN.1, una subvariante de Ómicron, descendiente de la BA.2.86, conocida en el argot popular como “Pirola”, que provocó una importante oleada de contagios y enfermedad en el hemisferio norte durante el pasado verano.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado que JN.1 se propaga velozmente y que pronto será la predominante en el planeta. En Estados Unidos se duplicó entre finales de noviembre y mediados de diciembre −posiblemente por el impacto del Día de Acción de Gracias−, pero también crece con rapidez en Canadá, Australia y en varios países de Europa y Asia. En América Latina ya se comienzan a identificar los primeros casos.
La OMS la clasificó en los últimos días como “variante de interés”, mas, advierte que hasta ahora no representa un riesgo grande para la salud pública. El principal motivo de optimismo es que la Universidad de Columbia y otros centros de investigación ya constataron que las vacunas modificadas, que entraron en circulación en los últimos meses para enfrentar a las variantes XBB, también son efectivas para la JN.1.
Con esta nueva variante, la humanidad completa cuatro años del descubrimiento, combate y sufrimiento con esta pandemia que ha ocasionado más de siete millones de muertes. Como se recuerda, el primer caso se reportó en diciembre de 2019 en Wuhan, provincia de Hubei (China), país que anunció el 7 de enero de 2020 el aislamiento por científicos locales del virus causante de la enfermedad, así como la secuenciación del genoma.
El Covid-19 y la enfermedad se propagaron muy rápidamente por distintas naciones y el 30 de enero siguiente la OMS declaró la emergencia sanitaria mundial. Para entonces el virus ya estaba presente en 15 países y dos meses después se había extendido a más de 100, por lo cual fue reconocido como pandemia.
El mundo no había enfrentado un reto ni una tragedia de ese tamaño desde la pandemia de gripe española en 1918, que mató en un año entre 20 y 40 millones de personas.
Hoy, un cuatrienio después de la aparición del Covid-19, se mantienen en la memoria global los dramáticos episodios de los confinamientos que afectaron gravemente la economía de millones de personas, las dantescas escenas de miles de muertos en España, Italia, Estados Unidos, India y otros países, así como la carrera de la ciencia, desde el inicio mismo de la crisis, por lograr vacunas, las mismas que estuvieron disponibles, en tiempo récord, a finales de 2020.
Los de la JN.1 son los síntomas habituales de la enfermedad: fatiga, fiebre, dolor de cabeza, dolor corporal, calambres estomacales y diarrea. Las autoridades sanitarias del Reino Unido identificaron en las últimas semanas otros síntomas, ansiedad y dificultades para dormir. La nueva variante ha ocasionado graves dificultades en países del hemisferio norte porque coincide con otras enfermedades respiratorias de habitual ocurrencia en el invierno, como la influenza, el Virus Respiratorio Sincitial (VRS) y la neumonía infantil. Tres cuartas partes de las camas hospitalarias de Estados Unidos están ocupadas en estos momentos por ese motivo.
Las recomendaciones para enfrentarla son las mismas que se han observado desde el inicio de la pandemia: evitar aglomeraciones, uso de mascarillas, frecuente lavado de manos, etiqueta respiratoria (cubrirse al toser y al estornudar) y, sobre todo, mantenerse al día con las vacunas.
Como ha ocurrido con las mutaciones en los años anteriores, el rápido crecimiento de JN.1 confirma que llega mejor dotado para evadir el sistema inmunológico. Aun así, se reitera que la OMS subrayó que no hay evidencia de que constituya un mayor riesgo para la salud pública. Está, entonces, lejos de ser la amenaza que representó la enfermedad por coronavirus hace cuatro años.
De hecho, los síntomas y la gravedad de la enfermedad ahora se relacionan directamente con la salud de cada persona y con la fuerza de inmunidad que haya contraído, lo cual hace muy relevante la decisión de no interrumpir la vacunación. Esto es campanazo por cuanto es evidente un preocupante relajamiento al respecto. En Estados Unidos, por ejemplo, al terminar diciembre apenas 20% de los adultos había recibido la última vacuna.
En Colombia el Ministerio de Salud no ha emitido comunicación alguna respecto de JN.1 −incidencia, proyecciones o número de víctimas− ni hay campañas activas para estimular la vacunación. Singular y preocupante situación considerando que ya es vox populi lo que piensa el actual ministro Guillermo Alfonso Jaramillo acerca del Covid-19 y las vacunas.