En Egipto, la forma como se desarrolla la política, luego de haber caído el gobierno de Hosni Mubarak, indica que se está en la ruta de establecer un régimen de condiciones parecidas. En el antiguo país de los faraones, a partir del derrocamiento del rey Faruk, en 1952, empezaron a dominar los militares. El primer presidente, Gamal Abdel Nasser, en 1954. De tendencia hacia la izquierda. Tuvo buenas relaciones con Moscú. Falleció en 1970 y fue sucedido por Anwar el Sadat, inclinado la derecha; hizo algunos cambios y se acercó a Occidente. Fue asesinado en 1981. Entonces comenzó la era Mubarak, que culminó con su derribamiento, luego de masivas manifestaciones de protesta en El Cairo y las demás ciudades de esta nación milenaria. Seguramente la reacción de las multitudes contra el ‘rais’, así lo denominaban al gobernante que duró más de tres décadas en el mando, se debió a que había cansancio por la larga permanencia en la Presidencia de Egipto. Algo común allí. Quizá Sadat hubiera durado también mucho tiempo en el poder si no lo matan.
Las manifestaciones lograron el objetivo de sacar a Mubarak. No obstante el Ejército continuó al mando. Convocó a elecciones legislativas, en las que triunfaron los Hermanos Musulmanes. Fueron anuladas. Posteriores, los comicios presidenciales, en los que volvieron a ganar los musulmanes con su candidato Mohamed Morsi, quien asumió el cargo. La inconformidad no se hizo esperar. Los egipcios, aunque profesan diferentes confesiones religiosas, musulmanes, católicos, coptos, no gustan de gobiernos teocráticos. Ese fue el temor frente a Morsi. Volvieron las concentraciones masivas contra el nuevo Gobierno. A la postre Morsi fue derribado por los militares y detenido.
Ahora, en espera de nuevas elecciones, otra vez es un militar que se perfila como favorito para acceder al poder, el general Al Sisi. Y la situación se está tornado aún más difícil que en otras coyunturas políticas. La justicia egipcia está procesando a islamistas a la pena de muerte y a cadena perpetua. La mayoría de condenados son seguidores del derrocado presidente Morsi. Acusados de promover conspiraciones, revueltas y de crímenes, que muchos aseguran no cometieron. Hay un juez que se caracteriza por ser implacable, lo llaman ‘el juez de las ejecuciones’.
Es sabido que durante los gobiernos de Sadat y de Mubarak hubo acercamiento con Occidente y Estados Unidos proporciona ayuda a ese país. Ahora ante estos hechos en que se está condenando a cientos de personas, lo cual ha generado rechazo en diversas partes del mundo, tal vez reconsidere el Gobierno norteamericano la asistencia. Es una circunstancia complicada y se dice que el juzgador es independiente. Sin embargo, indirectamente ayuda a los intereses de quienes pretenden establecer un ambiente de persecución para tornar al poder y ejercerlo con mano fuerte.
Es casi seguro que vuelvan los egipcios a tener un mandatario militar. Y siempre ha pasado igual: que se queda. El anterior Mubarak convocaba elecciones y ganaba. Era obvio, con el monopolio del poder, la influencia era determinante sobre las masas. Es la tendencia predominante desde hace más de cinco décadas. Liderato de un militar como Presidente que dada cierta simpatía con el estamento castrense de la gente, se le facilita perpetuarse.
Sin duda, tal como están las cosas, el militar de mayor ascendiente y jerarquía, quien es el ministro de Defensa, será el que al final se imponga en las próximas elecciones presidenciales Sin embargo, el problema de las condenas extremas a opositores es una circunstancia negativa que podrá tener repercusiones futuras serias. Las condenas aún no están en firme. Falta el fallo definitivo. De todas maneras deben remitirse los expedientes al muftí (autoridad religiosa) para definir. El fallo definitivo sería emitido el 21 de junio.