Bogotá defiende su Metro | El Nuevo Siglo
Domingo, 22 de Octubre de 2023

* Casa de Nariño insiste en torpedear el proyecto

* Primera y segunda líneas no tienen reversa

 

La insistencia del Gobierno Nacional en atravesarse en las obras para la primera línea del Metro de Bogotá resulta cada día más preocupante. Desde el día uno de su mandato la administración Petro ha buscado por todos los medios frenar un megaproyecto que ya avanza en un 25% y tiene un cronograma que se está cumpliendo a cabalidad.

Pese a todas las advertencias hechas por el Distrito Capital y múltiples sectores políticos, económicos, sociales e institucionales sobre la inconveniencia de alterar el contrato para la construcción de esa primera línea de este sistema de transporte masivo, el Ejecutivo no cesa en su intención, claramente caprichosa y antitécnica, de cambiar los diseños para que gran parte del tramo sea subterráneo. Como se recuerda, en determinado momento llegó incluso a amenazar con retirar la financiación mayoritaria que le corresponde a la Nación, una actitud calificada por muchos como autoritaria y chantajista que, afortunadamente, no pudo concretar debido a imperativos impedimentos legales y contractuales.

La postura gubernamental tiene muy poco eco, salvo en sus propias toldas. De hecho, salvo el aspirante petrista, la mayoría de los candidatos al Palacio Liévano ha recalcado que la primera línea del Metro debe construirse tal y como fue licitada y adjudicada. Es decir, con infraestructura elevada, una extensión cercana a los 24 kilómetros y que irá desde el Portal Américas hasta la calle 78 de la avenida Caracas. El costo continúa cercano a los 23 billones de pesos y debe empezar a operar comercialmente a comienzos de 2028.

Semana tras semana queda comprobado que esta primera línea no tiene reversa. Es billonario lo invertido en compra de predios, traslados de redes de servicios públicos, construcción del patio taller y otros tantos frentes de ingeniería de detalle, obras civiles, así como en la adquisición de vagones y estudios de sistemas de conexión e intermodalidad con Transmilenio y el resto del transporte público y privado, tanto individual como colectivo.

Pese a todo ello, sin importar que se ponga en peligro un delicado proceso contractual que cuenta con la participación de entidades financieras multilaterales, la Casa de Nariño parece decidida a atravesarse en uno de los proyectos más urgentes y exigidos por los casi diez millones de capitalinos. Esta semana, por ejemplo, el presidente Petro viaja a China para reunirse con la máxima autoridad de la potencia asiática, Xi Jinping. En la antesala de este periplo, en una de sus tantas declaraciones polémicas, el jefe de Estado recalcó que en dicho encuentro se hablará del proyecto de la primera línea del Metro (el consorcio que lo construye es chino) y que el próximo alcalde, sea quien sea, deberá acatar lo que allí se pacte.

De inmediato, hubo un alud de reacciones en contra de la advertencia presidencial, no solo porque hay un contrato en desarrollo que debe respetarse y no puede cambiarse caprichosamente, sino porque ya algunos voceros del gobierno chino habían aclarado que ese tema no está en la agenda ni corresponde, ya que el consorcio constructor es privado. Como bien lo indicó, en entrevista dominical con este Diario, el candidato Carlos Fernando Galán, quien puntea las encuestas para las elecciones de la alcaldía el próximo domingo, incluso con opción de ganar en primera vuelta: “Ese proyecto, con todo respeto, no lo define una reunión en China, no lo define el presidente de la República ni la reunión con el presidente de la China. Ese proyecto lo define Bogotá, los bogotanos y las bogotanas. Bogotá ya tiene esa primera línea contratada”.

La necesidad de evitar que el Gobierno nacional continúe tratando de sabotear la marcha del proyecto de la primera línea se hace más urgente, debido a que la semana pasada el Distrito inició oficialmente el proceso de licitación pública internacional para seleccionar al concesionario que ejecutará la segunda línea, que será subterránea y conectará con Suba y Engativá. Con una inversión superior a los 36 billones de pesos, el operador seleccionado se encargará de realizar los diseños, construir las obras y montajes electromecánicos, proveer los trenes, financiar, operar y mantener por 30 años. Ya hay precalificadas cuatro firmas internacionales (tres de China y una de España) y, al igual que con la primera línea, este proceso cuenta con el apoyo y acompañamiento del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Europeo de Inversiones y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).

Bogotá, como se ve, debe defender su proyecto Metro. Este domingo, en las urnas, es una oportunidad clave para ello, pero la cruzada seguirá mientras desde el Gobierno Nacional quieran torpedear este anhelo de décadas de los capitalinos.