¿Ahora diálogo con el Eln? | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Diciembre de 2019
  • Vicisitudes del laberinto colombiano
  • ¿El vacío de la estrategia internacional?

 

La seguridad continúa siendo uno de los máximos anhelos de los colombianos. No solo por lo que su carencia implica en la zozobra cotidiana del campo y las ciudades, aún con sus facetas disímiles, sino por el desgaste lesivo de la autoridad como atributo primordial del Estado.

Precisamente uno de los hechos más lamentables en lo corrido de este año fue el atentado del Eln a la Escuela General Santander, con un saldo de 22 estudiantes policiales muertos y múltiples heridos. Que no es de olvidar en lo absoluto, ni siquiera en medio del torbellino de sucesos de este 2019 en el país, tanto por sus víctimas como porque tan lamentable hecho entró a hacer parte del profuso historial de los actos terroristas de mayor crudeza y envergadura.

A su vez, la reacción del Gobierno al respecto no dejó de ser curiosa. Se le exigió a Cuba y a Noruega, facilitadores del proceso de paz hasta entonces en curso -pese a su desarrollo ambivalente-, que procedieran a capturar y extraditar a los negociadores de esa agrupación alojados en La Habana. Con ello se pretendió demostrar que el incomprensible y vil atentado se había llevado por delante cualquier margen político para seguir el camino del diálogo. Sin embargo, Noruega salió rápidamente al paso, afirmando que no podía violar el protocolo, firmado entre las partes colombianas, inclusive con un capítulo específico a llevarse a cabo en caso de ruptura. Cuba optó por esperar, pero con su actitud mantuvo exactamente los mismos lineamientos noruegos. O sea, una negativa rotunda.

Fue así como, por más de que el Ejecutivo colombiano quiso dar a entender que una cosa era el gobierno Santos y otra el gobierno Duque, nadie vislumbró muy bien ese deslinde para el caso. Menos cuando la administración Duque había dejado transcurrir seis meses desde su posesión sin romper con el Eln y, al contrario, había fijado públicamente las mismas exigencias de la administración anterior con miras a mantener la salida política con esa guerrilla. De hecho, una y otra vez los voceros gubernamentales dijeron que no se trataba de cerrar las posibilidades del diálogo, sino de dar cumplimento a unas condiciones lógicas para avanzar, algunas de las cuales el grupo guerrillero parecía estar cumpliendo a cuentagotas, antes del golpe infame.       

Total, las solicitudes del gobierno colombiano a Cuba y Noruega cayeron en el vacío. Lo único que se logró fue un aparente tono de ultimátum que de alguna manera satisfizo a ciertos sectores, cambiando momentáneamente los índices de confianza popular en el Gobierno, asimismo, minada por entonces con la propuesta calamitosa de imponer el IVA a la canasta familiar exenta. Pero con el transcurso del tiempo, la esterilidad de la actuación gubernamental en torno del Eln se hizo evidente, así en lo político como en lo militar. A la larga, el grupo subversivo continuó actuando a sus anchas, además sin ninguna repercusión internacional negativa y profundizando sus actividades en las zonas de influencia.

Es más, en la trayectoria de enero a hoy no se ha dado una sola captura de importancia de los cabecillas guerrilleros en el país. Se ha dicho también que los antiguos negociadores van y vuelven de Cuba a Venezuela, además protegidos por el régimen madurista. Del mismo modo, para nadie es secreto que el Eln hoy domina, como nunca, buena parte del Catatumbo y puntos cruciales de la frontera colombo-venezolana, entre otras zonas del territorio nacional. Durante el lapso, por demás, el jefe negociador del proceso con las Farc dejó de lado el Acuerdo de La Habana con guiños al Eln, grupo del que por su parte se dijo que entraría de asesor. Al igual que las autoridades han señalado alianzas de las disidencias de las Farc con esa agrupación. En suma, reincidentes y disidentes parecerían estar confluyendo en esa organización revigorizada. Bajo esa perspectiva, datos oficiales también han dejado entrever que parte del vandalismo desembozado durante las jornadas del reciente paro proviene de sus milicias urbanas. De colofón, el Gobierno votó en la ONU contra Cuba, en represalia por su conducta frente al Eln.

En ese escenario, el Ejecutivo habría decidido ahora, bajo las mismas exigencias previas y menos de un año después del estremecedor acto de terror, abrir una nueva ventana de negociación. Es decir, borrón y cuenta nueva. No se sabe si esto sea apenas un elemento coyuntural dentro del marco de la llamada “conversación nacional” o una respuesta marginal a una carta reciente de sus opositores, reclamando la reapertura. En todo caso, tanto el Presidente de la República como su Comisionado de Paz han sido últimamente reiterativos en que, si se cumplen unas condiciones, se podrían reestablecer los contactos. Colombia es, a no dudarlo, un país de sorpresas. Solo con el transcurso de las semanas se podrá saber si esto va en serio o acaso es la misma plataforma de siempre para distraer incautos.