Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia… Mariposas amarillas, que vuelan liberadas… dice uno de los estribillos con los que Rodolfo Aicardi junto a Los Hispanos le rendían homenaje a la obra cumbre de ‘Gabo’, “Cien años de soledad”, quien en sus letras inmortalizaba unas alas rubias que siempre revoloteaban sobre este personaje con apellido de ciudad milenaria.
“Alguna vez las había sentido revoloteando sobre su cabeza en la penumbra del cine. Pero cuando Mauricio Babilonia empezó a perseguirla, como un espectro que sólo ella identificaba en la multitud, comprendió que las mariposas amarillas tenían algo que ver con él. Mauricio Babilonia está siempre en el público de los conciertos, en el cine, en la misa mayor, y ella no necesitaba verlo para descubrirlo, porque se lo indicaban las mariposas”.
Mariposas amarillas, que han sobrevivido hasta hoy en el imaginario de todo el planeta. Mariposas multicolores también, que volaban junto a Mirabel y toda la familia Madrigal en la película “Encanto”. Mariposas que, al igual que el café, parecen ser un sello indeleble de la biodiversidad colombiana.
Mariposas que un día en la mente de una caleña se volvieron una idea de negocio y, al igual que Gabo, exporta a todo el mundo. Esta vez no en letras plagadas de realismo mágico, sino en capullos, que evocan esa magia que florece en los campos reverdecientes de Colombia.
Y así, sin quererlo, tal vez sin buscarlo, como observando la nube de alas amarillas que distinguía a Mauricio Babilonia, se apareció una idea que hoy rompe fronteras, llamada Alas de Colombia.
Eclosión
Alas de Colombia nace en el año 2001 jurídicamente, “pero dos años antes inició con el viaje a un mariposario de exhibición turístico donde entramos a caminar entre mariposas en Estados Unidos y entendimos que existía un mercado de países tropicales que exportaba las pupas de mariposa”, dice Vanessa Wilches, su creadora.
“Estos destinos ya llevaban varios años, y Colombia no mandaba mariposas a ninguno de esos mariposarios; entonces era una oportunidad inesperada, inexplotada para el país, que género la idea en mi familia. Teníamos una finca familiar y mi madre coincidía con la búsqueda de una idea de negocio. Yo cursaba octavo semestre de Ingeniería Industrial y también necesitaba hacer un proyecto de semestre con una idea loca de negocio, para hacerle el plan de negocios, viabilidad, factibilidad, rentabilidad, así que escogí la idea de exportar mariposas”, contó Vanessa.
Esta idea luego se volvió tesis de grado, práctica laboral y “la empresa de mi vida”, narró la empresaria.
En estos 20 años, exactamente, ha aprendido cómo crear nuevos mercados, porque prácticamente era un mercado inexistente en Colombia. “Ha sido un reto grande porque la normativa ambiental colombiana no tenía la estructura ni la especificación para el producto, ni siquiera existía la función arancelaria”, explica.
Su labor consistió en explicarles a los funcionarios ambientales qué era lo que hacían para poder tramitar permisos “tan complejos como una licencia ambiental”; entonces hubo unas barreras de entrada muy grandes.
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Rompiendo crisálidas
Tras salir al mercado llegó la hora de crear su propio modelo de negocio. “Es lo más importante y lo que más nos enorgullece, la base productiva de Alas de Colombia es comunidad campesina, comunidad rural de La Buitrera de Palmira, en el Valle del Cauca. Son 25 familias campesinas que trabajan desde sus casas. Ellas tienen un mariposario comunitario en terreno de Alas de Colombia, donde todas las mañanas van, recogen los huevos de las mariposas que están ahí, cautivas en vuelo, con todas las condiciones para que estén en muy buen estado”, dice Vanessa.
“Luego se llevan esos huevos para sus casas, donde tienen un laboratorio y un vivero, y hacen el levante de las orugas que nacen de huevo, hasta que llegan el estado de pupa o crisálida, que es el producto comercial que vendemos en Alas de Colombia, y que se exportan y comercializan también, en un porcentaje más o menos del 15% en el mercado nacional, pero el 85% se exporta”, narró la directora de este emprendimiento.
El principal mercado de estos capullos son los mariposarios alrededor del mundo, en exhibiciones vivas donde los turistas pagan por entrar a caminar entre mariposas, a las que les han hecho un microclima, ambientado con todas las plantas tropicales y las condiciones de alimentación para que vivan allí.
Tras salir de su capullo estas mariposas viven de dos semanas a tres semanas, hasta que mueren. “Entonces ese cliente internacional tiene que importar periódicamente suministro nuevo, que resulta más económico que producir las propias mariposas; además, no puede hacerlo porque no tienen las plantas que son nativas de nuestro país y son especies típicas de Colombia”, añade Vanessa.
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“Dos orugitas”
Esta empresa continúa andando y navegando en un mundo que sigue cambiando. Por ello ha desarrollado un negocio local. “Son regalos vivos que pretenden poner en manos de la gente la magia de las mariposas; el momento más lindo es ver nacer una mariposa del capullo”, comenta mientras se iluminan sus ojos.
“Hemos puesto en una caja especial la pupa allí pegada, entregamos un pronóstico de nacimiento y la persona ve nacer esta mariposa ese día. Puede ser por motivo de su cumpleaños, de un aniversario, de cualquier celebración. Entonces pide un deseo y la echa a volar”, manifiesta.
Este modelo de negocio ha volado como alas de mariposa. “Recientemente estuvo la película ‘Encanto’, que también fue publicidad gratuita para nosotros, porque todo el mundo relacionó y dijo: ‘quiero mariposas, quiero dar un regalo de mariposas’ y diseñamos un producto que se llama ‘Magia Oruga’ que son dos orugas, las montábamos como dice la canción de Sebastián Yatra y ha sido un éxito. Nos encanta aprovechar esas herramientas que generan amor a las mariposas y pasión para poder vender nuestros productos”.
Estos regalos pueden ir desde $30.000 con una especie mediana, hasta $120.000 con una “Caja Mágica” que trae varias pupas. Hay de todos los precios, inclusive un sobre con una mariposa que va a salir volando de inmediato y vale $15.000.
La Morfo emperador
Curiosamente no son las mariposas amarillas las que más se venden. “Las que más nos compran es la morfo emperador, es un azul brillante grande, un azul metálico brillante, y también las especies endémicas”, es decir las que son típicas o propias de una región y no existen en el resto del mundo.
Además, el negocio de regalos vivos creció durante la pandemia, pues por el fallecimiento de seres queridos se utilizaban simbólicamente, se despedían con el vuelo de las mariposas. “Entonces se ha generado un mercado nacional interesante con esos regalos vivos, y una pequeña porción se atiende con las mariposas que mueren, así que con ellas hacemos artesanías”.