EL ESCENARIO político en Francia no ha cambiado y la anhelada “estabilidad” gubernamental la espera encontrar el presidente Emmanuel Macron con un viejo conocido de la clase dirigente y uno de sus mayores aliados, François Bayrou, a quien designó primer ministro.
Con la misma crisis presupuestaria que llevó a la caída del conservador Michel Barnier semanas atrás, haciéndose al título del gobierno más breve de la Quinta República francesa (menos de 100 días) pero con la promesa de que la transparencia y el esmero por hallar puntos de encuentro con la coalición de izquierda, Bayrou (73 años) espera consensos para gestionar su difícil mandato.
De entrada, el veterano político fue ‘amenazado’ con una moción de censura por parte de la Francia Insumisa (izquierda radical) que considera que el cargo debe ser para uno de sus dirigentes o de la coalición Nuevo Frente Popular (NFP) que aglutina a socialistas, comunistas y ecologistas, por haber sido los más votados en las recientes legislativas, aunque como se sabe no lograron la mayoría parlamentaria.
También recibió una alerta temprana de los socialistas en el sentido de aprobar leyes por decreto, así como de depender de la ultraderecha para evitar una posible moción de censura. Y, precisamente esta fuerza política liderada por Marine Le Pen dijo que por ahora no considera utilizar dicha herramienta.
Con irreconciliables posiciones con la coalición izquierdista y descartando de plano cualquier alianza con la extrema derecha, el presidente Macron tras dos semanas de fallidos diálogos optó por el centrista Bayrou, que tiene como inmediato reto aglutinar una mayoría parlamentaria para evitar su caída que, de darse, agravaría aún más la crisis política.
"El nombre de François Bayrou se impuso estos últimos días como el más consensual", aseguró el entorno de Macron, quien le encargó "dialogar" con el resto de partidos, salvo de extrema derecha e izquierda radical, para lograr una "estabilidad".
Bayrou, alcalde de Pau, en el suroeste francés y perteneciente a la formación MoDem, se convirtió al cierre de esta semana en el cuarto primer ministro de Macron este año, sucediendo a Barnier (73 años), quien cayó este 4 de diciembre por una moción de censura cuando intentó aprobar parcialmente los presupuestos para 2025, haciendo uso de una facultad constitucional, específicamente el Artículo 49.3 que contempla la posibilidad de aprobar leyes esquivando la votación parlamentaria a cambio de tener que someterse a una moción de censura, que finalmente no pudo salvar.
Pero el nuevo premier no la tiene fácil y es consciente de ello. "Nadie conoce mejor que yo la dificultad de la situación" política y presupuestaria de Francia, dijo Bayrou durante el traspaso de poderes, al tiempo que enfatizó conocer el “Himalaya que tenemos por delante", por lo que abogó por la "reconciliación" para salir de la inestabilidad política.
"Mi modo de actuar será no ocultar nada, no descuidar nada y no dejar nada de lado", indicó Bayrou en la sede de Matignon, al tomar el testigo de Barnier.
"Tenemos el deber, en un momento tan grave para el país, para Europa y ante todos los riesgos del planeta, de afrontar con los ojos abiertos, sin timidez, la situación heredada de décadas enteras" marcadas según él, por la ausencia de búsquedas "de equilibrios sin los cuales nos resulta difícil vivir".
Bayrou dijo que su mandato tendrá dos objetivos fundamentales a un nivel macroscópico: derribar "el muro de cristal construido entre los ciudadanos y el poder" y cumplir el "deber de dar oportunidades a quienes no las tienen".
En cuanto a los obstáculos, cito como prioridad, la aprobación de los presupuestos, que están en carrera contra el tiempo y pueden paralizar parte de las instituciones y varios programas sociales.
Seis meses en crisis
Vale recordar que el presidente Macron sumió en junio a Francia en una crisis política con un inesperado adelanto de los cómicos legislativos de 2027, que dejaron una Asamblea Nacional (cámara baja) sin mayorías claras y dividida en tres bloques: izquierda, centroderecha y ultraderecha.
La sorpresiva decisión del mandatario galo, una apuesta arriesgada que sin duda perdió, se debió al avance que la ultraderecha registró en las elecciones al Parlamento Europeo.
Designó a Barnier como primer ministro, quien gobernó sin mayoría con la alianza centrista de Macron y su partido conservador Los Republicanos (LR), y dependía en el Parlamento de la líder ultraderechista Le Pen, que lo dejó finalmente caer tras sólo tres meses en el cargo.
Durante el trámite de los presupuestos, la extrema derecha apoyó una moción de censura por la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP), al considerar que el exnegociador del Brexit no respondía a sus reclamos.
Y ahora, para Bayrou, la presión es mayor ya que la segunda economía de la Unión Europea cuenta con unos elevados niveles de déficit y deuda pública para la zona del euro, y los frustrados presupuestos de su antecesor preveían una fuerte disminución del gasto público para tranquilizar a los mercados.
En este contexto, el NFP, se abrió un debate sobre un gobierno con la alianza de Macron y con LR, poniendo a su coalición de izquierdas al borde de la ruptura.
Pero pedían un primer ministro de izquierda y un cambio de rumbo de la política del gobierno, lo que ni siquiera fue contemplado por el presidente francés.
"Al nombrar a uno de sus allegados (...), Macron se arriesga a agravar la crisis política", advirtieron los socialistas, mientras que Le Pen optó por dar un compás de espera al recién elegido.
Entre tanto, LR, que abandonó en septiembre la oposición para entrar en el gobierno, condicionó su continuidad al "proyecto" del nuevo primer ministro, según los participantes en una reunión del grupo.
Aunque Macron podría convocar nuevos comicios legislativos a partir de julio, todos los partidos piensan ya en la presidencial de 2027, a la que ya no puede presentarse, y buscan evitar acabar vinculados al legado de un presidente impopular, pero sin aparecer como responsables de la inestabilidad política.
Proceso judicial
Bayrou es un viejo conocido de la clase política. Su consagración nacional llegó con su nombramiento en 1993 como ministro de Educación, en un gobierno de derecha durante la presidencia del socialista François Mitterrand.
Desde entonces, encadenó los mandatos de diputado, eurodiputado, alcalde como líder de su formación centrista llamada Movimiento Demócrata (MoDem) desde 2007 y se presentó en 2002, 2007 y 2012 a la elección presidencial en Francia, sin éxito.
Para la elección de 2017 decidió apoyar a Macron, quien irrumpió desde el centro del tablero político con un discurso reformista, y este le correspondió nombrándolo ministro de Justicia, cargo en el que sólo estuvo 34 días.
Una investigación judicial sobre la contratación fraudulenta de asistentes en el Parlamento Europeo lo forzó a dejarlo. En febrero de este año, la justicia condenó a MoDem, pero absolvió a su fundador en nombre del "beneficio de la duda".
Aunque el caso sigue abierto después que la fiscalía recurriera la sentencia, esto no impidió su nombramiento. La incertidumbre ahora es saber si logrará una mayoría parlamentaria. La composición del futuro gobierno en los próximos días y sus prioridades serán claves.
A la espera de que un nuevo gobierno pueda aprobar los presupuestos para 2025, el actual ejecutivo en funciones presentó una "ley especial" para prorrogar los de 2024 y poder cobrar los impuestos.
Todos los partidos son conscientes de que no se puede alargar ni agravar la crisis política. De allí que, con el ojo en la presidencial del 2027 tendrán mucho cuidado en jugar sus cartas frente al gobierno recién designado. /