Una prueba de temple, temperamento y brío pero sobre todo preparación será el primero de los tres debates televisados con miras a la elección presidencial de noviembre que mañana en la noche tendrán el saliente mandatario, Barack Obama y su retador republicano, Mitt Romney.
Los debates televisados, que dan la sensación de un combate por el título de los pesos pesados en el que un desafiante luchador intenta ganar por knock out o por puntos al campeón vigente, son una gran oportunidad para Romney de convencer a los indecisos en una final electoral que se vaticina reñida.
Pueden ser asimismo un campo minado para el presidente Obama, que intenta conservar la estrecha ventaja que mantiene en los sondeos de intención de voto .
Los debates --una instancia habitual en las campañas electorales en Estados Unidos desde que un Richard Nixon con barba de varios días perdió contra un joven John F. Kennedy en 1960-- son una oportunidad para juzgar si los candidatos están a la altura de sus aspiraciones cuando se enfrentan cara a cara.
Romney debe convencer primero a los votantes de que tiene el talento y la disposición que necesita un presidente en un mundo peligroso e incierto, y exhibir una personalidad que no corra el riesgo de crisparse durante los cuatro años que dura su mandato en la Casa Blanca.
El gran examen que deberá pasar Romney tal vez sea el de lidiar con un presidente que los sondeos muestran que es confiable y apreciado por una mayoría de electores, sin resultar irrespetuoso ni desdeñoso.
El mayor desafío de Obama, en cambio, quizás sea que está desentrenado en materia de debates. La última vez que participó en uno fue hace cuatro años contra el entonces candidato republicano, John McCain.
Habitualmente los presidentes son tratados con deferencia y no suelen ser desafiados en público, de modo que Obama deberá estar atento a los golpes directos o las trampas que le pueda tender Romney.
En una cadena de televisión hispana el mes pasado Obama pareció irritado cuando se le formularon preguntas filosas y torpe en algunas respuestas. Lo que sugiere que podría llegar falto de práctica al primer debate del miércoles en Nevada.
Aunque el presidente es famoso por su ostentosa sonrisa, también puede resultar glacial y algunos que lo conocen de cerca alegan que a veces puede parecer arrogante y distante.
El debate de esta noche versará sobre economía y política doméstica, aunque el presentador y moderador de la cadena PBS, Jim Lehrer, con once debates presidenciales a sus espaldas, tendrá cierta libertad para preguntar sobre otros temas.
"El gobernador Romney es un gran polemista... yo apenas lo hago bien", dijo Obama, minimizando su propia reputación de buen orador cuando aumenta su índice de popularidad en las ya clásicas especulaciones previas a los grandes debates.