Astrónomos estadounidenses han descubierto la existencia de una estrella que gravita alrededor de un agujero negro supermasivo en el corazón de la Vía Láctea, el astro más cercano jamás encontrado junto a este cuerpo devorador de materia.
Científicos de la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), afirman que el descubrimiento ayudará a probar la teoría de la relatividad general de Einstein y sus predicciones acerca de como los agujeros negros curvan el espacio y el tiempo.
La estrella, bautizada como SO-102, está orbitando cerca del agujero negro situado en el centro de la Vía Láctea cada 11 años y medio terrestres, mucho más rápido que los 60 años o más que normalmente les lleva al resto de las estrellas orbitar alrededor del mismo.
Esta es la segunda estrella descubierta que presenta una órbita tan corta, -la otra, SO-2, gravita alrededor del agujero negro cada 16 años- gracias a nuevas técnicas mejoradas de imagen.
La investigadora principal del estudio, Andrea Ghez, que ha estado observando el agujero negro desde que lo descubriese en 1998, afirma que este segundo punto fuente de datos es crucial para su investigación.
"Es el tango (bailado por) SO-102 y SO-2 la que revelará la verdadera geometría del espacio y el tiempo cerca de un agujero negro por primera vez", dijo en un comunicado. "Esta medición no puede llevarse a cabo sólo con una estrella", precisó.
Como la Tierra y otros planetas, ambas estrellas tienen órbitas elípticas alrededor del agujero negro en cuestión, lo que significa que se mueve regularmente más cerca y más lejos del mismo.
Ghez y su equipo en UCLA esperaban encontrar pruebas de pequeñas oscilaciones en la órbita cuando las estrellas se acercan, lo que mostraría que se ven afectadas por la curvatura del espacio tiempo, como predijo Einstein en su teoría.
Para Ghez es "fenomenal" encontrar dos estrellas que están tan próximas de un agujero negro.
"Este no debería ser un barrio en el que las estrellas se sientan particularmente bienvenidas", afirmó.
Los agujeros negros, que son los restos que quedan cuando una gigante estrella muere y se desploma sobre si misma, tienen una fuerza gravitacional tan fuerte que ni siquiera la luz puede escapar a ellos.
No pueden ser observados directamente por lo que son examinados a través de su influencia en las cosas que se encuentran a su alrededor.
"Ahora es enteramente un nuevo juego de pelota", añadió Ghez, afirmando que la investigación del equipo podría abrir nuevas ventanas a la comprensión de los agujeros negros y de cómo evoluciona el universo.
La investigación será publicada en la edición de este viernes de la revista científica "Science".