Vicente Torrijos | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Octubre de 2015

PLANETARIO

Guerras amorfas (I)

Este  momento histórico es particularmente interesante porque está dando a luz un fenómeno al que se llamará "amenazas y guerras amorfas". Tal como puede constatarse en Medio Oriente, las amenazas son novedosas. Primero, se trata de coaliciones no estatales con alto grado de heterogeneidad vinculante.

Eso significa que una entidad emprendedora en el uso de la violencia como el 'Estado Islámico' encuentra en otras organizaciones de muy variada procedencia y tendencias ideológicas algunos rasgos o 'pulsiones' que les permiten asociarse simbióticamente sin perder su identidad y, más bien, acentuando sus diferencias naturales. Están motivadas por una sensación de poder más que por simpatías ideológicas, primordialismos o lazos identitarios.

Segundo, estas entidades no persiguen constituirse en un nuevo Estado, ni en un Estado dentro del Estado (como Hamás, o Hezbolá), pero funcionan mediante un orden jerárquico primitivo altamente funcional con el cual descomponen la lógica de los Estados al no protagonizar ni el típico conflicto internacional, ni el interno.  

Tampoco desatan su violencia solo en espacios transfronterizos, con lo cual, su versatilidad les permite actuar en varias subregiones simultáneamente (desde Siria, hasta Libia), horadando la soberanía preexistente aunque sin crear una nueva o, más bien, reconfigurando esa noción en tanto generan para sí mismas, y para los demás, un clima de 'soberanías inconclusas'.

Tercero, las redes amorfas no son solo virtuales, basadas (como Al Qaeda) en nodos que, autónomamente, lanzan golpes contra un enemigo común.  

De hecho, su imagen del enemigo es cambiante y múltiple; menosprecian al Estado, pero tienen una fuerte base territorial (asentamientos, enclaves, yacimientos); y lejos de ser una simple amenaza terrorista ("último recurso de asociaciones empobrecidas") obligan a las más grandes potencias, no de un área geográfica, sino del globo (Rusia, EE.UU., Francia) a responder militarmente y enfrentarlas de todos los modos posibles, es decir, aliándose o actuando en paralelo (mediante Estados axiales como Irán, en un caso, y Turquía o Jordania, en el otro).

En pocas palabras, no son guerrillas, ni ejércitos convencionales, ni simples hordas o bandidos, pero se comportan de modo oportunista como cada una de ellas, o todas al mismo tiempo, de acuerdo con las circunstancias.  Son amenazas amorfas (no solo híbridas). Y por eso mismo cuesta mucho entenderlas, enfrentarlas y reducirlas.