Una belleza oculta | El Nuevo Siglo
Domingo, 5 de Mayo de 2019

Me dijeron que no fuera. Me advirtieron que era muy peligroso, que no cometiera esa locura.

Empiezo por confesar que no conozco buena parte de los llamados Territorios Nacionales. Yo, que he recorrido bastantes kilómetros, debo decir que hay gran cantidad de lugares del país que todavía me falta por recorrer, y que espero algún día poder visitar, para no irme de este mundo sin haber visto la totalidad del rincón de este planeta, que tuve el privilegio de tener como Patria.

Quizás, como muchos compatriotas, aún hay para mí una media Colombia desconocida. Estuvo oculta por muchos lustros debido a la violencia y a la inseguridad.

En verdad, durante mucho tiempo fué imposible salir de los grandes centros urbanos por las famosas pescas milagrosas, aquellas que hicieron célebre a la ingrata figura del “Mono Jojoy”, cabecilla sanguinaria de las Farc.

Un buen amigo llevaba tiempo invitándome a conocer el Guaviare, y ya fue imposible decir que no.

Tomé la decisión de hacer el viaje por tierra, y no en avión, pues así es como creo que se conoce más y se tiene un mayor contacto con la realidad.

La primera gran sorpresa que me llevé es la magnífica vía que conduce desde Villavicencio hasta San José, la capital del departamento del Guaviare. Da gusto recorrer durante un poco mas de 6 horas, territorios de una belleza inigualable.

La segunda es ver la gran variedad y cantidad de cultivos a lado y lado de la vía. Atravesar el departamento del Meta es percatarse del porqué esta llamado a ser una gran despensa agrícola del país.

Justo donde termina el Meta, en el municipio de Puerto Concordia, se cruza el imponente río Guaviare sobre un espectacular puente denominado Nowen, una destacada obra de la ingeniería.

A solo quince minutos de este sitio se encuentra San José. La primera impresión que se tiene de esta Capital es que no ahorraron tierra alguna para trazar sus calles, pues pareciera estarse transitando solamente por amplias avenidas. Se ve que tierra es lo que les sobra.

No obstante ser de reciente fundación, es claro su empuje presente y  que su futuro, es más prometedor aún.

Hay allí una amalgama de gentes provenientes de diversas latitudes, que se sienten orgullosos de lo que han podido construir, y que se aprestan a generar las condiciones para recibir el gran turismo que se avecina, ahora que en esa región se esta consolidando una paz, que solo bienestar y progreso puede llevarles.

Conocer el Raudal del Guayabero es una experiencia inolvidable. Navegar las aguas de un imponente río entre unas rocas gigantescas de inverosímiles formas, rodeados de una tupida selva en la que se ve toda clase de aves, es realmente impactante.

Muy cerca de aquí hay unas Pinturas Rupestres que datan de miles de años y muestran la vida de las culturas indígenas que allí habitaron.

En la parte más alta de esta estribación de la Serranía de la Lindosa, se encuentra un soberbio mirador desde el cual puede observarse el serpenteante río en medio de una selva que empieza a perder su forma.

Fue muy triste observar en la distancia desde ese empinado lugar, unos siete sitios donde el humo de las quemas delataba la deforestación inclemente a la que está siendo sometida esta joya, que permanecía intacta, quien pudiera imaginarlo, gracias al conflicto armado y al férreo control que sobre ella ejercían los violentos.

Ahora que ellos han salido han llegado bárbaros a talar la selva virgen y a hacer de las suyas.

Sería toda una paradoja que, frente a la ausencia del Estado, en esa zona del país se empezara a extrañar la autoridad que antes imponían los alzados en armas.

Nada se gana con firmar la paz si en esos lugares no llega toda la capacidad institucional para copar los espacios que dejaron las guerrillas.

El Guaviare es mágico. Ojalá sus habitantes no dejen que la motosierra arrase con su fantasía y esplendor.

Conocer toda Colombia debe ser una locura. Al menos eso le dicen al extranjero que quiere venir a visitarnos.

Hay muchas locuras por conocer. Si no lo ha hecho, Guaviare es una de ellas.