Estamos estupefactos -los colombianos- ante el desgobierno crónico de los últimos tiempos: basta con ver que hace unos dos años fui testigo de cómo una patrulla (camioneta de la policía) fue cerrando (poco a poco) a un motociclista, en la carretera Hato Grande -Tocancipá, arrinconándolo contra la cerca de alambre de púas de la autopista, hasta matarlo… Por otro lado, los días 15 y fines de mes la policías de tráfico hace su agosto, parando por las carreteras a un sinnúmero de viajeros para imponerles multas, por cualquier razón, hasta que el infractor les pase la “cuota debida”...
Al principio de la cuarentena, una joven (residente de Chía) le llevaba a otro municipio, quincenalmente, el mercado a sus abuelos (mayores de setenta años). Al regresar a su casa, pasando por Tocancipá, fue interceptada por un retén de la policía de tránsito -esta joven tenía los documentos que confirman la edad de los mayores y los recibos del supermercado que confirmaban las compras- y no obstante los agentes la amenazaron, agresivamente, con retenerle el automóvil y dejarlo en los patios, siendo que en esos días no había vehículo alguno circulando por las carreteras nacionales o buses intermunicipales y era cerca de las seis de la tarde. Desde entonces esta joven quedó traumatizada, hoy no quiere manejar por carretera y tiembla al ver un policía… (Esto me consta, al menos en Cundinamarca)...
Dicen que en el municipio de Suesca los mineros de piedra, con licencia legítima, “están pasando hambre”: la policía pide vacuna y los chantajean, desconociendo la antigüedad de las respectivas licencias. Hasta han encarcelado a alguno de los propietarios cuando intenta trabajar en su mina, por negarse a pagar las “cuotas mensuales” (por el correo de las brujas se comenta que la alcaldesa de Suesca y algún juez de Chocontá, también están amangualados)...
Aclaro, el General Lisandro Leyva Mazuera, mi abuelo, fue uno de los fundadores de la Policía Nacional…En alguno de mis libros elogió a la policía como institución, a los agentes y a su razón de ser. Los policías del municipio de Guatavita siempre han sido caballeros, juiciosos, comedidos…Es más, soy padrino del hijo de un policía de Boyacá, y mi ahijado, hoy, es policía, a mucho honor.
Presidente Duque, usted es el presidente de todos, a usted le corresponde estar a la altura de su investidura. El desastre que tiene entre sus manos le está pidiendo, a gritos: un cambio radical. Reúna a los líderes naturales de Colombia, de las diferentes tendencias, de manera que entre todos busquen una salida a la altura del Siglo XXI, a la altura del momento histórico: con políticos de profesión: maduros, con experiencia, preparados, con criterio, transparentes, con carácter, magnánimos, cultos...Señor Presidente el futuro de Colombia está en sus manos: gústenos o no nos guste. Su talante antioqueño, su herencia familiar, su fe, su familia, la historia, no le perdonará que siga dando palos de ciego. Entiendo su lealtad por un hombre grande, que hizo mucho por nuestra Patria, pero el hoy es otra cosa: primero Colombia.