Sin papi y sin mami: puro periodismo | El Nuevo Siglo
Viernes, 19 de Febrero de 2021

El libro “10.000 horas de La Silla Vacía” explica, al mismo tiempo, la vida del periodismo más profundo del país bajo el liderazgo de una de las cinco periodistas más serias, como, de alguna manera, una biografía inescindible de su fundadora, su equipo y su obra.

Hay algo de historia, pues la historia se construye de los relatos que se cuentan, y si algo saben Juanita León y sus coequiperos, es contar historias. Y son historias políticas, por supuesto, historias de poder, dinero y fama, como diría cualquier verso de cualquier canción vallenata.

Cual heliogábalo de letras, hazañas, errores periodísticos, primicias y crónicas, el lector se devora decenas de páginas en poco tiempo y con enorme gusto, como suele suceder con cualquier libro maravilloso.

Lo curioso es que este es un libro que huele a papel, a litografía, como esas obras tan bien forjadas en el legado de Gutenberg, antes que a las atómicas palabras propias de la era digital, siendo la Silla, paradójicamente, el principal portal digital de noticias del país.

Un texto de género desconocido, diría yo, pues refresca y remueve la política, es biográfico y no deja de ser una versión periodística, familiar y empresarial. Es algo de todo eso.

Prístina y deliciosa, de manera reveladora y hasta confesa, transcurre entre la hazaña de crear un medio de comunicación independiente de las fauces del poder y de las chequeras del sector productivo, hasta las intimidades de quien ha decidido jugársela completamente por la construcción de un país más incluyente, democrático, horizontal y participativo.

El fraude al lector es inexistente, pues no oculta el origen social e intelectual de su fundadora como tampoco las afugias que deben padecer todos estos admirables esfuerzos cuando de sobrevivir en el mercado periodístico se trata. Ni mucho menos pretende esconder los grandes debates morales y políticos que se albergan detrás de cada publicación y de cada noticia.

Quien es capaz de escribir algo así, con ese tono y dentro de esos cánones éticos, no puede ser considerada una “hija de papi” y la comodidad económica de sus padres no puede servir de refugio de infundadas acusaciones, pueriles y bajas, para atacar la edificación admirable de una empresa que con vastas posibilidades económicas decidió allanar el camino de la calidad, del esfuerzo, de la rigurosidad y del trabajo honesto y profuso. Allí no hay billete, pero sobra el talento.

Juanita León es lo mejor que tiene el periodismo colombiano, es el ejemplo que seguir. Naturalmente que tiene una clara cosmovisión política, como todos los medios. Pero, con todo y que su ideología no es la mía, la defiendo como si la fuera, pues siempre se ha exhibido de manera elegante, creativa, rigurosa y sincera.

@rpombocajiao