Ni el hambre conduce a la violencia ni los diálogos a la paz. Los candidatos y precandidatos presidenciales se enredan en una telaraña cuando les preguntan sobre estos temas. Tal vez preocupados por lo que pueda pensar el elector, de acuerdo a lo que dicen las encuestas que piensa, se han dejado neutralizar y perdieron el sentido común en el ejercicio de la política.
Mientras se inmovilizan al responder lo "políticamente correcto" el puntero, Gustavo Petro, toma vuelo y predica "verdades" que conducen a justificar la violencia.
Veamos un ejemplo concreto. Así respondió el candidato del "Pacto histórico" cuando le preguntaron en el debate de la W Radio sobre la inseguridad en las ciudades: "La violencia de la calle, la del común que es la que más afecta a la ciudadanía colombiana en todo el país, tiene una explicación en su crecimiento: El hambre. Lo que ha sucedido con el estallido de la inseguridad en las ciudades colombianas es que se creció el hambre".
Esta "justificación" de la violencia callejera, la que más aqueja al elector, se dio justo unas horas antes del informe, después desmentido, de la Fao que ubicó a Colombia entre los 20 países que aguantarán hambre aguda en el 2022 y lo atribuye, entre otras explicaciones, a la "inestabilidad política y a la no implementación de los acuerdos de paz". De nada sirvieron las aclaraciones posteriores, el mal quedó hecho y sembrado en la mente del elector que "el hambre lleva a la violencia" y con seguridad la carestía de los alimentos inflamará la hoguera.
Como bien lo señaló el columnista Juan Lozano: "Parece un informe especulativo con dificultades metodológicas, prejuicios e intencionalidades políticas, con una extraña intromisión a partir de juicios de valor sin soporte fáctico frente al proceso de paz. Por momentos parece proclama electoral de algún candidato, con afirmaciones contraevidentes y frases efectistas para alimentar titulares de prensa y arengas politiqueras".
Recuerdo un serio análisis del siquiatra e investigador social Ismael Roldán, donde basado en sus investigaciones, demostraba que el hambre no era el origen de la violencia en Colombia. Ponía un ejemplo contundente: “Si el hambre condujera a la violencia, el Chocó sería una de las zonas más violentas del mundo”.
Preocupa mucho si, a estos indicios se suman las declaraciones del senador Gustavo Bolívar sobre la creación de un “aparato de defensa electoral” que, según él, hará su propio conteo de votos en caso de no estar de acuerdo con los resultados oficiales de las elecciones presidenciales. Justifica la creación de este “aparato” por la desconfianza previa que les genera el software que usará la autoridad electoral. Según afirma: “Hace cuatro años Gustavo Petro salió a reconocer la victoria de Duque muy apresuradamente”.
No quiero ni imaginarme la utilización de “la justificación” del hambre y del conteo de los votos para echarle gasolina a la protesta callejera hasta descontrolar el incendio si los resultados electorales no le dan la victoria al candidato del Pacto Histórico. La disyuntiva democrática no puede ser Petro o la anarquía.
O reaccionan y se unen de una vez los candidatos y precandidatos que buscan preservar la democracia o mañana puede ser demasiado tarde.