Mauricio Botero Montoya | El Nuevo Siglo
Lunes, 20 de Abril de 2015

LA BASE CRECIÓ

De senadoras y dinastías

Las  dinastías como forma de gobierno se sustentan en la premisa de que la herencia es decisoria en el liderazgo. La democracia tiene una base más amplia de la cual escoger, más consensuada.  Napoleón III, por ejemplo, a diferencia de su célebre ancestro, se desmayaba cuando veía sangre. Ahora la base creció al entrar la mujer en la política de forma más activa. En Colombia como en general en Latinoamérica, la democracia mal convive con las dinastías familiares, cosa que no ocurría en la meritocracia  norteamericana. Y cuando las formas hereditarias desplazan los cauces de ascenso, las naciones empiezan su decadencia como le ocurrió a Roma en su paso de República a Imperio o en Europa anterior a la Revolución Francesa, regida a menudo por vástagos “hechizados” como llamaban a los regentes carentes de una sana mezcla genética.

En Estados Unidos ya hay preocupantes atisbos dinásticos que se truncaron con los Kennedy, y se concretaron con los Bush, similar a lo que decía el historiador Gibbon acerca de la familia Claudia y los Nerones, “predominaron los peores”.

Aquí en la última elección para Senado obtuvo una votación mayoritaria la senadora de extracción popular Claudia López. Sus credenciales académicas son notorias y es quizá la persona que mejor conoce el fenómeno del paramilitarismo en el país, esto independiente de si se está o no de acuerdo con sus ideas o su tono al expresarlas. Pero ilustra bien cómo las formas democráticas pueden captar a los más capaces. En contraste con dos senadoras que escogidas a dedo por un expresidente con cauda electoral, se hacen notar celebrando la muerte de García Márquez o proponiendo una variante de Apartheid para excluir a los indígenas nativos del Cauca. Pero ella ignora eso, no por mala fe sino por carencia de formación. Y como los senadores tienen asesores, podría valerse de ellos para disimular esa faltante.  Si ella se hubiese limitado al ámbito privado la cuestión pasaría inadvertida pero al ser electa como se ha dicho por un sistema dinástico de parentesco, el asunto se vuelve por ahora irremediable, aunque en futuras elecciones abiertas es poco probable que reciba el apoyo de los nativos del Cauca. La misma senadora participa en programas de radio en las que dice algo con lo que cualquiera puede estar de acuerdo, como que las Farc deben pagar pena por sus crímenes. Pero agrega enseguida que eso le ocurrió a Nelson Mandela. Cuando otro interlocutor le hizo notar que Mandela había sido apresado por motivos raciales y no por crímenes, ella entró en cólera. En fin el Apartheid.

 Otra senadora, exdirectora de El Colombiano, es por mucho la más preparada de ese mismo movimiento, pero prudentemente se acaba de retirar de su curul alegando motivos de salud. Supongo que no se sentía bien acompañada.

Las dinastías capitalistas sí tienen más duración y arraigo en el norte del continente que en el sur en donde predominan las dinastías políticas. Por lo regular aquí las grandes fortunas no prevalecen tras dos o tres generaciones. Los Rothschild son una rareza en el trópico. Y dicho eso una anécdota del Barón de Rothschild a quien un portero le reclamó por cuanto sus propinas eran menores a las que solía dar el hijo del Barón. Este sin inmutarse le respondió: “es que mi hijo tiene un papá rico y yo no”.