Del crecimiento y el desarrollo…
¿Qué necesita Colombia para crecer? Es una pregunta que nos hemos hecho sinnúmero de veces y que ha suscitado diversas respuestas que intentan mostrar el camino hacia el crecimiento sostenido y sustentable.
“The Report: Colombia 2013”, un estudio sobre la economía colombiana presentado por la Cancillería y la consultora británica Oxford Business Group, menciona que aunque en este momento Colombia es uno de los países emergentes más atractivos para inversión extranjera, para mantener esta ventaja y un nivel adecuado de crecimiento es fundamental invertir en infraestructura y educación, con el fin de aumentar la competitividad. Asimismo recomienda promover la investigación y la innovación, y diversificar las exportaciones para reducir la dependencia de las materias primas. Es lo mismo que desde 1998 escribimos en el Plan Exportador y de Competitvidad de Colombia para 1998-2008 y con la creación de la red Colombia Compite. Sumado a esto, el presidente del Banco de Desarrollo (CAF), Enrique García, recientemente llamó la atención sobre el crecimiento en la región latinoamericana, mencionando que debe pasar de un 4% a un 6% para alcanzar el nivel de ingresos de los países industrializados en los próximos 25 años. Así, destacó la necesidad de incrementar la inversión en infraestructura, ya que mientras en los países de la región representa solo el 3% del PIB, en Asia es del 10%; e hizo un llamado a iniciar un proceso de “transformación productiva” que permita pasar de un modelo de ventajas comparativas basado en recursos naturales a uno de ventajas competitivas que tenga como base la tecnología, la innovación y la creatividad.
No obstante, si analizamos la situación de Colombia en cuanto a estos aspectos que se han mencionado como necesarios para el crecimiento y la competitividad, podemos ver que existen falencias que urge corregir. Por ejemplo, según CAF, anualmente Colombia debe invertir en infraestructura al menos el 7,4% del PIB durante 12 años, para reducir la pobreza hasta niveles similares a los de países del sudeste asiático. Actualmente en el país solo se invierte el 1,5% del PIB en dicho rubro.
Ahora bien, aunque el fortalecimiento del sector manufacturero es uno de los caminos para lograr la diversificación de las exportaciones, nos encontramos en un inminente proceso de desindustrialización; el sector fabril nuevamente cayó en junio 5,5%, y durante el primer semestre del año acumula una reducción de 3,4% con la disminución de la producción en 38 de los 48 subsectores industriales. Las medidas adoptadas por el actual Gobierno, como el PIPE, no están arrojando los resultados esperados.
Por su parte, la innovación, fundamental para la competitividad, no ha tenido la dinámica que se esperaba con la “puesta en marcha” de la locomotora. Aunque en este momento los departamentos ya tienen en sus cuentas bancarias la proporción de las regalías destinadas a la innovación y aproximadamente 150 proyectos aprobados, no han podido hacer uso de estos recursos, ni poner en marcha los proyectos porque las normas no son claras a la hora de especificar el procedimiento para contratar la ejecución de los mismos; y este es tan solo uno de los diferentes problemas que ha tenido el arranque de la locomotora. Ni qué decir de todo lo que había por hacer en materia de innovación e infraestructura para el agro. Distritos de riego, asociatividad de productores, cadenas productivas con garantías de compra de la cosecha y precios de sustentación, investigación para modificación de semillas, nuevas formas de comercialización de productos etc. etc.
Es necesario que empecemos a trabajar en lo que está obstaculizando el crecimiento económico, y en hacer que dicho crecimiento se vea traducido en dinámicas de desarrollo que mejoren de verdad las oportunidades de vida de la población colombiana.
*Con el apoyo de Angélica Giraldo