Una lectura que puede decirse obligada en los días de Semana Santa fuel el libro del expresidente Juan Manuel Santos en el cual, con un estilo periodístico estupendo, hace el relato de todas sus experiencias así como sus puntos de vista con respecto al proceso que terminó con la firma de la paz quienes se habían levantado por cincuenta años en contra de la institucionalidad de la nación. Llama la atención la minuciosidad de todos los hechos narrados; la fecha y la hora de cada uno de ellos son notables; bien pareciera que sobre cada uno de ellos hubiera tomado notas para la posteridad.
Significa, sin lugar a dudas, un testimonio de carácter histórico y también político que tendrá que ser consultado por quienes quieran reconstruir los episodios que condujeron a la famosa paz de la cual ahora estamos disfrutando. Se puede coincidir con los observadores del acaecer nacional que uno de los errores que cometió fue el de la convocatoria del famoso plebiscito, por lo demás innecesario, que produjo una de las más serías y grandes metidas de pata durante los ocho años que duró su mandato. Se constituyó en su deseo de renunciar a su cargo pues su resultado aunque le fue desfavorable por una pequeña minoría al fin y al cabo se constituyó en el arma más seria en su contra, esgrimida por sus enemigos políticos con Uribe a la cabeza. No le falta razón al contar lo que pensó. Le faltó perspicacia y olfato político al haber convocado al país a opinar sobre algo que los ciudadanos querían como es la paz.
Pero como dicen que en la lucha política “todo se vale”, quienes querían hacerle daño al gobierno, valiéndose de toda clase de argumentos convencieron a los del No que era otra cosa por la cual estaban votando. Pero al fin y al cabo, superado como fue este mal momento se hizo la paz que se está aquilatando a pesar de las dificultades derivadas en buena parte del resultado del plebiscito y ahora con la “buena voluntad” de nuestro presidente Duque que sigue en este camino y en casi todos los que tiene que transitar, con las instrucciones de quien lo hizo elegir. Actitud que difícilmente se puede criticar porque la gratitud no es una virtud que se practique mucho por estas calendas.
Pero bueno, volviendo al libro que hay que leerlo, puede decirse que es un buen relato de quien fuera director y autor intelectual del arreglo con las Farc. Es bastante objetivo y aunque pudiera pensarse en un bota fuegos en contra de su implacable enemigo que no lo dejará descansar, no lo es. No deja destacarse su animadversión con Andrés Pastrana. El error que cometió en lo de El Caguán se lo saca en cara, página por página. Pero así es. De todas maneras es una pieza que hay que leer. Lo mejor de todo: él es la transcripción del discurso cuando recibió el premio Nobel de paz.