JUAN DIEGO BECERRA | El Nuevo Siglo
Domingo, 6 de Octubre de 2013

VAGONES

Las distracciones y el fútbol

Los  congresistas que recientemente hablaron sobre la indiferencia de los legisladores en el debate sobre la violencia en el fútbol tienen toda la razón. Cualquier persona que se distrae, tiene el derecho de hacerlo, e incluso, en muchos casos esa distracción puede generar un aumento en la productividad si se traduce en un momento de reflexión sobre lo observado. Sin embargo, es difícil pensar que un tema tan sensible en la coyuntura nacional termine siendo tan poco relevante para los representantes de un pueblo que llora de a pocos a los adolescentes que se enceguecen en las barras bravas.

Lo que para muchos colombianos es aún más complejo de entender es la desidia que parece inundar al Congreso de la República; eso sin contar las cifras sobre los auxilios que reciben y los juguetes tecnológicos que les entregan, mientras parece que el país gira sin el interés de los legisladores. Los electores de repente terminan imaginando que el trabajo que se realiza en el Senado y en la Cámara es el más sencillo del mundo, con unas prebendas maravillosas, con la posibilidad de dedicarse a jugar mientras asisten a sus obligaciones contractuales.

Hasta donde yo recuerdo la idea inicial de ser elegido era un orgullo personal que ha venido evolucionando hasta ofrecer unos estipendios que resalten la magnificencia de aquellos que logran el respaldo popular. Pero lo que en el fondo termina sucediendo es que ese orgullo termina convirtiéndose en una vergüenza para los electores, en una desfachatez que lastimosamente se olvida cuando inician de nuevo los procesos electorales y vuelven los mismos a hacer las mismas promesas.

Claro, estamos en etapa electoral y este es el momento de buscar los votos que garantizarán otros cuatro años en el Salón Elíptico. Pero también es cierto que al menos las familias de las víctimas de un problema social que no hemos sabido abordar merecen el respeto de tratar el tema para que no siga repitiéndose en las esquinas de cualquier barrio del país.

De repente es que simplemente el fútbol o las barras no dan votos, de repente es que es más sencillo no meterse en un problema que pocas personas han estado en capacidad de entender y estudiar. Pero no por eso debemos quedarnos con la disculpa de la distracción para evadir la carga social que tiene la violencia en el fútbol, y en cualquiera de sus formas, en el país.

@juandbecerra