JAVIER A. BARRERA B. | El Nuevo Siglo
Viernes, 14 de Octubre de 2011

 

Aunque advertidos…
 
Uno  podría creer que Álvaro Uribe es un ex presidente como pocos, uno que aún después de su mandato se niega a aceptar que ya no está al frente del barco y aprovecha cualquier megáfono para convertirse en esa figura mesiánica que no sólo salvó a Colombia de la debacle sino que, sospecho, pronto querrá volverla a salvar.
Sin embargo, más allá de las cifras, más allá del DAS y más allá de los escándalos de la salud y de todos aquellos que trajo la feria de prebendas con las que compró su reelección, me atrevo a decir que fue un Presidente que brilla hoy por su habilidad para procrastinar en todo lo que no era guerra.
Está bien, la lucha contra las Farc era, y sigue siendo, algo necesario. Sin embargo, la aprobación del TLC deja abierta una pregunta sobre la verdadera labor de Álvaro Uribe.
Más allá del discurso populista según el cual esta aprobación se da gracias a su labor, la verdad es que la economía estadounidense no se ha logrado reponer de la última recesión y necesitan echar mano de cuanto tratado haya para poner a circular sus productos.
Así pues, casi 6 años después de que se iniciaran las conversaciones con George W. Bush, el Tratado de Libre Comercio se materializa y, a la fecha, no hemos cumplido con lo que se necesita para que Colombia gane algo de competitividad en este tratado.
8 años de Álvaro Uribe y ni él, ni la fotografía que tenía por Ministro de Transporte, lograron que durante el tiempo de discusión se construyera la infraestructura vial que el país necesita. Tenemos TLC pero no tenemos vías para llevar o traer los productos del puerto.
8 años de Álvaro Uribe y lo único que se logró para el agro fue la aprobación de subsidios que ayudaron a concentrar la riqueza en unos pocos.
Al mejor estilo del estudiante universitario que deja la tarea para el último minuto y se conforma con entregar algo mediocre, el gobierno del presidente Uribe dejó un TLC encaminado en politiquería y ambientado con un plan de contingencia que no va más allá de los sueños.
8 años de su gobierno sirvieron para enriquecer a empresarios de la construcción de vías y no para construir la infraestructura necesaria. 
Lo triste no es que haya debilidad en la infraestructura, lo realmente cuestionable es que el TLC no es algo nuevo, se veía venir, tuvimos tiempo para prepararnos y ahora, 6 años después, no nos hemos preguntado cómo vamos a administrar lo que se viene.