Intérprete | El Nuevo Siglo
Sábado, 25 de Mayo de 2019

Empieza el análisis de Fukuyama. ¿El Fin de la Historia? y otros Ensayos (Alianza Editorial, Madrid, 2017) y la sección inicial corresponde a “El gran relato, rehabilitado: Francis Fukuyama y el fin de la historia”, por Juan García Morán Escobedo, quien comienza por la identificación política del escritor estadounidense: conservador pero su ubicación es difícil.

Fukuyama aboga por la superioridad del Occidente, cuyos creyentes esperan que su conjunto de valores, considerado el mejor en la historia, se traduzca en el imperio del sistema y democracia liberales -cuestión ideológica- y el liderazgo de USA y como prueba se recuerda el cese del comunismo, la URSS y la Guerra Fría. Se sostiene que la noción de “fin de la historia” viene de Karl Marx, éste la tomó de G.W.F Hegel y otro expositor es Alexander Kojeve. Se indica que Hegel fijó “el fin de la historia” en 1806 con la victoria de Napoleón sobre los prusianos en la batalla de Jena. Duda: ¿de ampliarse la época analizada, no surgiría otro límite diferente? Fukuyama cree que el siglo XXI será un período de paz, prosperidad y libertad y se considera un proceso lento e inexorable, luce pesimista sobre el futuro: “carente de afán competitivo, de espíritu de lucha”, heroísmo, idealismo, habitado por individuos satisfechos de sí mismos y el disfrute de su bienestar material y sus placeres hedonísticos.

“El fin de la historia será un tiempo muy triste”, no habrá lucha por el reconocimiento, no se arriesgará la vida por finalidades abstractas, predominará el cálculo económico, se resolverán problemas técnicos, preocupará el medio ambiente, se resolverán demandas de consumo, “no habrá ni arte ni filosofía”. Fukuyama deja “abierta la puerta al carácter inacabable e impredecible” de la historia, lo cual agrada. No se ha propuesto “opción alternativa… mejor que la democracia liberal”, la ciencia impulsa el desarrollo económico hacia el capitalismo, hay conexión entre “desarrollo económico y democracia”.

Hegel, Fukuyama y Kojeve creen que “toda la historia humana se basa en la lucha por el reconocimiento y el origen de la democracia liberal está en las Revoluciones Francesa y Americana”. Un gran defecto para la derecha, el gran defecto democrático, es que “reconoce o trata a personas intrínsecamente desiguales de manera igual”. Fukuyama queda con sensación de desencanto, “nostalgia por el pasado en que existía la historia” y “no excluye en absoluto la posibilidad de que pueda sufrir discontinuidad o regresiones, del mismo modo que su idea del fin de la historia tampoco excluye la posibilidad siempre abierta de que la historia vuelva a empezar una vez más”.