Con frecuencia los amigos de la Iglesia se preguntan por qué ella no cuenta todo lo que hace a favor de los pobres y necesitados. Quizás por seguir el mandato evangélico que invita a “que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda”. Pero el Evangelio también pide que brillen las obras para que las personas crean y alaben a Dios.
En este sentido, me refiero hoy al balance que acaba de presentar la Arquidiócesis de Bogotá a todo el clero, sobre su gestión administrativa y de solidaridad, que en cristiano se llama pastoral social. Y comencemos por indicar que la gestión actual de la Curia de Bogotá ha permitido que todos los sacerdotes bajo su jurisdicción gocen de un sostenimiento justo y adecuado, lo mismo que de todas las garantías sociales como salud, pensión, vivienda, etc. Hoy en Bogotá no hay ningún sacerdote vinculado a la Arquidiócesis que no esté debidamente remunerado y con un sistema de protección social atendiéndolo.
Por otra parte, la Curia de Bogotá está apoyando decididamente la construcción de parroquias en los barrios más pobres de la ciudad. Esta tarea ya no se puede hacer a punta de empanadas. Existe hoy un fondo de solidaridad nutrido por las parroquias más pudientes y la misma Curia, y de allí se destinan los fondos necesarios para apoyar la creación de los nuevos centros parroquiales. La verdad es que la arquidiócesis de Bogotá tiene hoy una presencia muy fuerte en los sectores más pobres de la ciudad, sirviendo a la gente en concreto, no escribiendo artículos sobre los pobres y sobre lo que habría que hacer allí, ni organizando foros sobre la pobreza con costos impagables. La Iglesia en Bogotá lo está haciendo en el barro. Y feliz.
También, la Arquidiócesis de Bogotá está destinando recursos importantes para apoyar fundaciones e instituciones (más de 40 durante este año) que sirven a la gente en los campos más diversos: lucha contra el hambre, personas discapacitadas, rehabilitación de personas adictas, trabajadoras sexuales, refugiados de otros países, desplazados, gente sin techo, personas privadas de la libertad, becas universitarias, etc.
Prácticamente en Bogotá no hay situación que afecte a los más pobres y necesitados que no tenga presencia de la Iglesia católica como parte de la solución. Y si alguien quiere saber nombres concretos de las obras que lideran estas acciones le menciono algunas: Banco arquidiocesano de Alimentos, Fundación San Antonio, Fundación Buen Samaritano, Casa del Migrante, Sistema Educativo de la Arquidiócesis de Bogotá (SEAB) y otras más. Necesidades concretas con respuestas concretas.
Esta noticia breve debería servir para que los católicos y toda persona de buena voluntad sientan que nuestra Iglesia católica sigue teniendo una gran actividad a favor de los más necesitados. Esto hace parte de una historia muy larga de apoyo a los pobres y que ahora se ha potenciado enormemente. Y debería servir también esta nota para que cada vez más católicos se adhieran a estas acciones de su Iglesia y la apoyen decididamente en este actuar contra tantas carencias que agobian a miles de bogotanos.
Si los católicos de Bogotá nos pellizcamos un poquito y nos unimos para hacer el mayor bien posible, muchas personas verán brillar por una vez la esperanza en sus vidas. Y, desde luego, no hay mejor antídoto que esta acción contra los críticos de escritorio que ni siquiera saben qué es un pobre y nunca han hecho nada por ellos.