General (r.) Luis Ernesto Gilibert V. | El Nuevo Siglo
Miércoles, 11 de Febrero de 2015

Unidos para el posconflicto

 

Con los anhelos de paz que invaden al país estamos obligados los colombianos  a recapacitar cuál será nuestro compromiso en el posconflicto, que brindará un período escalonado, difícil para el Gobierno y querámoslo o no, para el  futuro de Colombia. Con la desmovilización de las autodefensas vivimos un ejercicio que nos proporcionó alguna experiencia, lección imposible de menospreciar y, por el contrario, de obligado estudio para evitar recaer en actividades equivocadas de funestas consecuencias.

Es de honor y una obligación  moral acompañar al Gobierno en este reto, reconociendo que los responsables del plan posconflicto tienen una tarea mayúscula, razonando la dificultad para proporcionar oportunidades laborales a indeterminado número, (porque no tenemos una cifra exacta) de desmovilizados, precedidos de escasa preparación académica, e insuficientes prácticas laborales que les permitan abordar con recursos y competencia la nueva vida que les espera, pues sabemos de antemano por experiencias propias y ajenas, lo difícil de consolidar un proceso de paz  como el adelantado con las Farc, más si tenemos en cuenta las esperanzas y ambiciones de los delegados farianos, por lograr en las negociaciones que el Gobierno prodigue a los desmovilizados posibilidades futuras, serias, positivas, realizables y económicamente sostenibles. Entendemos que   ante los puntos, seguridad, presencia territorial y control, hay un compromiso profesional porque  la fuerza pública afronta un reto de grandes dimensiones, donde debe presentarse, unida, sólida, compacta, respetuosa de la ley y los acuerdos, soportadas en estrategias aterrizadas que les permitan un cubrimiento nacional, respaldada por  administraciones locales comprometidas con las fuerzas, a más de  responsables ante  su misión.

Si analizamos conceptos exteriorizados y anhelos proferidos por los negociadores, vemos una cúpula subversiva aspirando ingresar en la política, esa es una orilla manejable y hasta de buen recibo por la dirigencia, que le gustaría debatir con ideas y argumentos la época pasada, estudiando con optimismo el horizonte político del país; el resto, el grueso del personal desmovilizado, el reconocido cuerpo de combate, espera una oportunidad laboral con soportes económicos rentables y alternativas regionales, en especial hacia la zona rural; cuestión un poco más compleja de abordar, entendamos que la desmovilización conlleva componentes espinosos, desarmar los cuerpos, los corazones y las mentes no es tarea fácil, demanda un período prudencial de tiempo destinado a esta operación antes de explorar posibilidades laborales. Es urgente que el Gobierno cuente a partir del momento con el compromiso del conglomerado, es inaplazable empezar a negociar el futuro de los combatientes reincorporados, el aporte de los  gremios y asociaciones, hermanados con la sociedad  civil nos compromete una vez abordada por lo menos, la segunda etapa del posconflicto. Los colombianos no pueden dejar solo al Presidente es necesario aportar al Gobierno ideas, iniciativas,  modelos, inventivas, ingenios, posibilidades.