Magistrados que impulsan el vicio, duele decirlo. Pero la realidad de sus fallos favoreciendo el uso de la droga, apelando al articulo 16 de la Constitución, que habla del libre desarrollo de la personalidad, equiparando el uso de drogas mortales que destruyen la integridad de la persona humana, a los derechos de libertad y autonomía, cuando lo que las leyes deben hacer es todo lo contrario, proteger la vida e integridad de la gente.
El fallo del Consejo de Estado sobre el decreto 1844 sobre la dosis mínima, prohibiendo a las autoridades decomisar la droga portada, es una aberración moral y practica, porque da vía libre a los jíbaros para distribuir el veneno en las esquinas, parques, puertas de colegios y universidades entre otros lugares, incentivando mas a la juventud y ciudadanía a su uso.
Pareciera que esos “honorables” magistrados no tuvieran conciencia del daño casi irremediable que es el consumo de drogas. El 90% de los drogadictos jamás salen de esa esclavitud, que no sólo daña al consumidor, sino que lo esclaviza de por vida a los narcotraficantes, puesto que si no hubiese venta no habría consumidores y viceversa.
Entonces, lejos de encontrar una solución a esta terrible desgracia de los adictos, sus familias y la sociedad, nuestra justicia da vía libre para que abiertamente consuman, sin importar la inmensa mayoría de la población que rechazamos y aborrecemos ese maldito vicio, amarrando a las autoridades, que atónitas e impotentes observan a los viciosos disfrutar de sus placeres esclavizantes a los ojos de niños, ancianos y personas de bien.
Nada más ofensivo a la dignidad de la persona que pasar junto a una horda de marihuaneros o bazuqueros en un anden, parque o zona verde, consumiendo droga y metros adelante el jibaro esperando la siguiente orden de compra de dosis mínima, y en la otra acera la policía impotente observando ese panorama sin posibilidad de hacer nada, porque 8 o 10 magistrados lo dispusieron.
Me pregunto: ¿el vicio, la degeneración, arruinar vidas y familias, es desarrollar la personalidad? ¿A más de proteger e incentivar la venta ilegal de ese veneno, que ha causado tantas muertes y males al país y al mundo? No se entiende que pueden tener en sus conciencias, en sus cabezas y almas esos magistrados y políticos que fabrican y aplauden leyes tan destructivas.