Desideologizar | El Nuevo Siglo
Martes, 29 de Enero de 2019

El hallazgo de una salida razonable al apoderamiento que del Estado venezolano ha hecho un partido político encabezado por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello está en uno de sus momentos más decisivos. Por fin parece que la oposición venezolana ha encontrado una figura aglutinante en el joven presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó y ha regresado la gente a las calles en unas impresionantes manifestaciones de millones de personas reclamando democracia.

Adicionalmente a la coyuntura interna en Venezuela, en la internacional se han alineado los intereses de un buen bloque de países que apoyan y presionan la pronta salida del actual Presidente de Venezuela y la rápida convocatoria de elecciones libres y limpias para el establecimiento de un nuevo gobierno que asuma prontamente la reconstrucción de la institucionalidad y del tejido empresarial destruido por el gobierno madurista.

Y aunque hay un aparente consenso en casi todos los actores sobre la necesidad de la salida del actual gobierno venezolano, la izquierda ha terminado siendo el espectro ideológico vacilante que no ha sido capaz de unirse al coro que al unísono reclaman una solución pronta y radical al problema.

Como siempre ocurre con la izquierda y especialmente con la latinoamericana, la ideología les gana frente al pragmatismo. Para muchos de los dirigentes de esa ala política, valen más las teorías que la tozudez de la realidad. Se declaran leninistas pero desconocen que Lenin afirmaba “que los hechos son tozudos” y hoy por hoy no hay hechos mas tozudos que los que demuestran la crisis humanitaria que vive Venezuela por cuenta de las pésimas decisiones de su gobierno.

No se trata, como piensan ellos del ataque a un gobierno de izquierda. Se trata es de solucionar una tremenda crisis humanitaria que está incidiendo en todo el continente y especialmente en Colombia. Tampoco se trata, como lo pregona la derecha, de salvar la democracia o de castigar sus crímenes. Si ello fuera verdad, podrían haberse concentrado en el Reino Saudita. El problema, es simple y llanamente económico.

El gobierno venezolano de Maduro, a diferencia del también izquierdista que tuvo su colega Correa en Ecuador o del que mantiene Morales en Bolivia, es un régimen manifiestamente inútil. Corrupto e incapaz. Al continente realmente no le importa que hayan manipulado la Constitución para mantenerse en el poder, pues varios presidentes de izquierda y de derecha han hecho lo propio. Lo que de verdad interesa es, como dijeron en una campaña presidencial de los Estados Unidos de América, la economía. Mientras la economía funcione y de resultados, la comunidad internacional acepta que las democracias sean más o menos ortodoxas. Como China, o Bolivia, o Colombia o Filipinas.

 

El lío con Venezuela es que era un país rico y un régimen supuestamente de izquierda lo quebró. Maduro y sus secuaces acabaron no solo con las instituciones democráticas, sino con todo el tejido productivo. Y en esa locura han expulsado a millones de sus compatriotas que hoy deambulan por todo el Continente creándole problemas sociales y económicos graves a todos sus vecinos.

La izquierda aún no se da cuenta que a quien más daño le hace Maduro es a ellos, pues es a su nombre que gobierna.

@Quinternatte