Las recomendaciones recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para Colombia hacen parte de la necesidad de bajar los decibeles al triunfalismo económico, sin demeritar para nada la loable respuesta de la economía colombiana durante el segundo año de pandemia y sustenta más el imperativo de manejar las perspectivas con cautela y valorar los aciertos con precaución.
La OCDE impartió, en el Foro Colombia 2022, del Grupo Semana, un primer avance de las recomendaciones que le planteará a Colombia, en su empeño por buscar para sus miembros una recuperación más firme y no pierde de vista los mismos problemas estructurales que veían en el año 2019, con un espacio fiscal mucho más estrecho, a tener en cuenta.
Esto en medio del año electoral que tiene de bueno la revaluación de la ruta o la continuidad de esta, pero de malo que los candidatos, en su afán de ganar adeptos, pueden caer en actuar más como mercaderes de ilusiones que como empresarios de realidades -parafraseando al presidente Mariano Ospina Pérez -.
La OCDE, que resume su misión en el eslogan “mejores políticas para una vida mejor”, en un propósito de escoger las mejores prácticas, va a presentar su informe para Colombia la próxima semana y tendrá, sin duda, coincidencias en el calibre de las calificadoras crediticias sobre la deuda país.
Arnold Jens, economista principal de la OCDE para Colombia, adelantó en el Foro parcialmente el Informe en su conferencia sobre la Realidad económica y social de Colombia en la perspectiva internacional y puso el dedo sobre la llaga, resaltando, por supuesto, los logros alcanzados.
El acotamiento de la situación fiscal lo subraya muy claramente. Los ingresos públicos comparativamente son relativamente bajos: mientras en Colombia los ingresos tributarios son el 20% del PIB, en América Latina son del 26% y en la OCDE del 34%. La pregunta es si son suficientes para satisfacer las demandas sociales y tener un crecimiento más fuerte. El paréntesis son las promesas electorales que brinden unas ofertas a la sociedad que no se puedan financiar.
Esto se argumenta con un recaudo por impuestos a personas naturales mucho menor comparativamente: 50% en la OCDE frente al 19% en Colombia; en contraposición con un porcentaje casi tres veces superior en nuestro país de los ingresos tributarios que proceden de las empresas. Esto junto a un gasto social que representa la mitad del porcentaje promedio de la OCDE.
El principal desafío es mejorar el índice de movilidad social según el cual un niño de ingreso 10% inferior al ingreso medio se demoraría once generaciones en alcanzarlo, más del doble que el promedio de los países de la OCDE.
Los principales desafíos, que deberían ser ejes de los programas de gobierno, se señalan en la senda de darle la vuelta al alto empleo informal, subir con creces la participación en el comercio internacional, mejorar a toda costa la productividad y la calidad de la educación y ganar confianza ciudadana en el gobierno, como razones, que en convergencia, deberían llevar a mejorar la posición en los índices de distribución de riqueza y al acceso a una mejor calidad de vida de las generaciones siguientes de personas de bajos recursos.
*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI