Certezas incómodas
Cada vez leo más que es malo que los niños estén “pegados a los ipad”, pero la verdad es que esto no solo les da más destreza en las plataformas que se usarán en el futuro, sino capacidad estratégica y cognitiva superior al ajedrez; pero como siempre, queremos villanizar todo aquello que no hicimos cuando niños, poniendo nuestra propia experiencia como un deber ser inalterable, bajo nuestro propio ego, que nos dice que lo que hicimos en el pasado es lo correcto. En el mismo sentido villanizamos lo que hacían nuestros padres, por el simple hecho de que hoy existen otras formas de hacer lo mismo, y nos identificamos más con ellas que con aquellas que sin duda nos beneficiaron algún día; debo aceptar que me burlé mucho de las pantuflas de mi papá, y no hace muchas noches, me levanté a trabajar temprano, y sentí cómo el esplendor del frío de la madrugada capitalina me subía de pies y cabeza, y comprendí que esas espantosas pantuflas sí tenían sentido.
¿Por qué criticamos lo que la gente hace, hizo o deja de hacer? ¿Por qué siempre caemos en esa imperiosa necesidad de hacer juicios de valor sobre los demás, bajo el filtro arrogante de nuestro punto de vista? Quizá lo hacemos para poner nuestras ideas, costumbres, ideologías y creencias por encima de los actos de los demás, y llegamos al punto de decir “yo lo hubiera hecho distinto”, sin darnos cuenta de que eso es lo más obvio e idiota que podemos decir.
Dejemos de pensar que la juventud de hoy está perdida, no sólo porque no es cierto, sino porque la frase ya se ha usado tantos siglos que no tiene el mínimo sentido. Los jóvenes son jóvenes y punto, y eso significa que solucionarán las cosas de manera diferente a sus mayores, pese a que estos tengan la razón.
En los últimos siglos la humanidad se ha movido por esa imperiosa necesidad de crear nuevas soluciones para los mismos problemas, y estas son fácilmente adaptadas por quienes no están acostumbrados a solucionarlas de una manera en particular, y eso ha movido al mundo al punto de tener una raza longeva, próspera, con problemas diferentes a los de hace 100 años, pero en el fondo con las mismas necesidades. El cambio es inevitable, simplemente porque nuestros hijos no son mediocres.
Colombianada. A veces siento que villanizamos todo lo que haríamos diferente, como nuestros antepasados divinizaban lo que no entendían.
@consumiendo
*Presidente de Raddar