Aprender en la incertidumbre | El Nuevo Siglo
Sábado, 9 de Marzo de 2024

Vivimos todo el tiempo en medio de la incertidumbre: no podemos afirmar con seguridad qué va a ocurrir dentro de diez minutos ni mañana temprano, aunque tengamos una detallada agenda. ¿Qué haces con ese movimiento de la vida?

Los cambios abruptos en la cotidianidad nos permiten relacionarnos de múltiples maneras con aquello que nos sucede. ¿Eres poco flexible y reniegas ante cada mutación? ¿Te cuesta trabajo adaptarte, pero finalmente lo logras? ¿Asumes fácilmente el cambio y fluyes con lo nuevo? Creo que la incertidumbre nos invita a ser como el bambú, que -aunque está firmemente anclado en la tierra- se dobla sin quebrarse ante las embestidas del agua y el viento. Justamente en esa flexibilidad está su poder. Sí, en efecto, renunciar a los planes que teníamos previstos puede resultar incómodo.  Sin embargo, si somos flexibles podemos realizar muchos aprendizajes.

Imagina que tienes un viaje programado y anhelado. Te distraes, se te hace tarde y demoras más de la cuenta en preparar la maleta.  Aún tienes el tiempo justo para llegar al aeropuerto, pero hay un accidente en camino; sí, pierdes el vuelo.  Entonces, se abre un gran mundo de posibilidades. ¿Qué harías en ese momento?  Cuando la incertidumbre nos regala un giro en nuestras vidas estamos ante un punto crucial, en el que podemos tomar decisiones de estancamiento o de transformación.

Regresemos al ejemplo: ¿peleas contra la situación y te recriminas? ¿O aceptas serenamente que fue tu responsabilidad y que ni la aerolínea ni sus colaboradores tienen que ver con ello?  Si agradecemos lo ocurrido, puede que incluso no nos cobren la multa y seamos reubicados en el siguiente vuelo.  Si nos resistimos a los cambios de la vida y peleamos contra ellos no aprendemos, aunque por cansancio nos permitan subir al avión. 

Con la incertidumbre podemos aprender que hay planes más grandes para nosotros que aquellos que teníamos diseñados. Agradecer por los giros del destino nos permite descubrir otras dimensiones de nuestra existencia: aceptación, flexibilidad, confianza, resiliencia… Dado que nos es imposible, por más que sea nuestro deseo, determinar la totalidad de las variables que cruzan nuestras vidas, el destino nos recuerda que hay mucho más para nosotros que lo que es evidente. 

Podemos aprovechar el destino y darle la vuelta de manera consciente. Con nuestra voluntad es posible lograr que una situación que nos disgusta y saca de nuestra zona de confort se convierta en una oportunidad para llegar a una zona aprendizaje.  Al hacerlo, nos alineamos con el Amor, en mayúscula, la fuerza más poderosa de los multiversos. 

La incertidumbre puede ser una maestra que nos permite transformarnos. Cuando aceptamos la vida tal como es, la existencia fluye cada vez mejor.

@eduardvarmont