ANDRÉS MOLANO ROJAS* | El Nuevo Siglo
Lunes, 23 de Diciembre de 2013

Pasó en 2013

 

El 21 de enero del año que está por concluir esta columna se hizo eco del inventario hecho por la consultora Eurasia Group, liderada por Ian Bremmer, sobre los 10 principales riesgos que, a su juicio, serían determinantes en la política internacional en el recién estrenado 2013.

Generalmente a politólogos e internacionalistas les va mal en profecías. Pero al hacer el balance de los acontecimientos ocurridos este año resulta evidente que Bremmer tuvo más de un acierto en su prognosis. Para empezar, sus preocupaciones sobre la sostenibilidad y solidez de la era dorada de las  “potencias” emergentes han ganado plausibilidad: el panorama económico de los Brics sigue siendo incierto y nada puede darse por garantizado. Las cifras varían de un Estado a otro de los que han venido a formar el acrónimo, y cada uno de ellos juega un papel muy distinto en la escena internacional y enfrenta desafíos peculiares (y muy complejos) en el plano interno que hacen cada vez más cuestionable la promesa que acaso llegaron a encarnar en algún momento y que tanto ilusionó a los defensores de oficio de una mal entendida “multipolaridad”.

China, a pesar de los esfuerzos de la nomenklatura y la hoja de ruta adoptada en el III Pleno del Partido Comunista, sigue sin resolver los desafíos que enfrenta en materia de gobernabilidad y sin saber muy bien cómo gestionar las consecuencias, en todos los niveles, de su éxito económico de la última década. Entre tanto, la temperatura de la geopolítica en Asia ha seguido elevándose, así como el tono nacionalista que se escucha en los discursos de varios líderes políticos -en Japón, en Vietnam, en Filipinas- frente a una China cuyo ascenso, más allá de la retórica, no resulta tan armónico en el vecindario.

La Primavera Árabe, tal como lo anticipaba Bremmer, es ya un borroso y obsoleto titular de prensa tan sonoro como carente de significado, en tanto que en el Medio Oriente y el norte de África se produce un reacomodamiento del balance de fuerzas (Irán y Al-Qaeda incluidos) cuyo sentido último es aún imposible establecer. A su vez, Obama ha tenido tal vez su peor año en la Casa Blanca, escándalo Snowden y cierre del Gobierno Federal incluidos, no obstante la forma en que supo sortear (o “surfear”) el asunto de las armas químicas en Siria y el acuerdo provisional sobre el programa nuclear iraní -que genera tantas esperanzas como incertidumbres-.

Todo eso pasó en 2013. Y mucho de ello seguirá pasando en 2014.

*Analista y profesor de Relaciones Internacionales