NI hay recesión ni reactivación económica en el país. Los negocios se mueven, lentamente, pero rentan.
Ahí va el país, aguantando. Con incertidumbre, pero empujando.
Una cosa es que haya algún grado de estancamiento en motores que impulsan dinámica económica, y otra, que estemos en crisis.
El clima empresarial a pesar de nubarrones en política, seguridad y convivencia, no luce tan mal a la óptica de productores.
El horizonte no se ve despejado del todo debido a nubes grises de la desconfianza nacional.
El presente es duro de lidiar por el desempleo y la pobreza.
El futuro se muestra incierto por rearme de guerrilla y de los espíritus.
Hoy 12 de septiembre, el país va regular.
A la economía le va regular y también al Gobierno.
Sombra que más abarca es falta de credibilidad en la política.
Imagen de jueces, abogados, las cortes, organismos de control, Policía nacional, ejército, Congreso, gremios, Iglesia y líderes de opinión, cuesta abajo.
No hay de qué hacer un caldo con tanta escasez de confianza.
A economía le iría mejor con mayor confianza.
Quebrantos de salud de indicadores económicos no serían severos si vuelve el optimismo a casa.
Lo complicado es que actual contienda electoral para votaciones regionales del 27 de octubre, no clarifica el escenario.
Candidatos a la ofensiva, aspirantes a la defensiva, ataques, descalificaciones y agresiones, el retrato de las campañas.
Regiones parecen condenadas a más de lo mismo.
Con agravante de que se siguen moviendo dineros que ensucian el debate.
A mayoría de candidatos les importa un carajo el destino de sus regiones.
Contados los aspirantes que tienen un plan serio y viable de Gobierno.
Muchos quieren ganar en las urnas para vencer al otro, no más.
Modernización de ciudades y municipios parece olvidada.
Enfoque social que es la humanización de la política, no existe.
No hay en esencia de donde escoger. Esquiva la opción de un gerente para administrar ciudad.
El país demanda gerencia. Que lleguen gerentes a dar un toque de transformación a sus gentes.
Capitales y poblaciones perdidas en pobreza, miseria, abandono, inseguridad, delincuencia, pandillas juveniles, microtráfico, cierre de empresas, desempleo, pésima infraestructura, falta de escuelas, colegios, puestos de salud y vías de acceso al campo.
A su vez, los candidatos se dedican a mirar encuestas. No hay estrategia de economía social, no la entienden o no les interesa.
Brillan por su ausencia propuestas de empleo y reactivación de economías locales. El debate es un maquillaje a la vanidad.
Entre tanto, las regiones padecen corrupción, saqueo de recursos, políticos mandamás, capataces que intimidan, hay hambre y desesperanza.
Economía se parece hoy a la de hace 10 años. Su acento social es bajo.
Solo mirar pobres gentes que viven en riberas de los ríos. A ellas nos parecemos. Aferrados a la subsistencia, a que llegue la mano del Estado.
No porque a esa pequeña porción de ricos les sigue yendo bien, el país está mejor.
Ahí vamos, no significa estar mejor.