ADRIANA LLANO RESTREPO | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Septiembre de 2014

Bla bla bla

 

Me da mucha pena aguarles la orgía de buenos deseos a los prosélitos de la campaña empresarial Soy Capaz, pero me temo que servirá sólo para el registro en primera plana y para sumarles a los indicadores cualitativos de la Responsabilidad Social Empresarial en los informes de gestión de fin de año.

Soy Capazme hizo recordar a Serge Raynaud de la Ferrière, un seudo filósofo parisino de ese movimiento post jipi denominado La Gran Fraternidad Universal que abogaba por “una reeducación espiritual de la humanidad, sin distinción de raza, nacionalidad, sexo, creencia o clase social”.

Esta campaña mediática, cuya duración es de un mes, será como tantas otras, puro bla bla bla. Como en esa cantilena, fusión de merengue con reguetón, en la que Chino y Nacho cantan: “Ah...hasta cuando tú con tu bla bla bla/ siempre te llamo al celular y no contestas/ te escribo al bibi y nunca obtengo una respuesta/ y yo contigo atra atra atra /y yo contigo atra atra atra”.

Santos se sumó y dijo que para lograr la convivencia hay que “alimentar el subconsciente”, “cambiar la conciencia”, y lo que sea que este galimatías signifique, sospecho que no se va a lograr en un mes a punta de frases cliché, porque cualquier cambio cultural o de comportamiento requiere al menos el transcurso de una generación. O sea, diez años.

Yo, que por sistema nado a contracorriente, me pregunto si ya no estamos hasta la coronilla del subconsciente, esa mente emocional que se deja llevar por los impulsos del corazón, la misma que nos hizo elegirlo como repitente en la Casa de Nariño, porque nos llenaron de motivos de última hora. El subconsciente es, además, la mente que nunca olvida. Con qué nos la va a alimentar si la pobre es irracional, visceral, como somos los colombianos.

Cambiar la conciencia, el otro propósito de Soy Capaz según la interpretación de Santos, me suena pedante. Porque no somos objetos. Ni pasivos. Cada uno de nosotros es, a la manera del biólogo y sociólogo chileno Humberto Maturana, “un legítimo otro en la convivencia”.

Me parecen muy tiernos los 120 empresarios que se tomaron la foto, pero pienso si serán capaces de contratar de chofer, niñera, empleada doméstica, portero, obrero u operario, a un guerrillero que haya pagado sus deudas con la justicia y haya sido legitimado por el proceso de paz.

Creo que no. Puro bla bla bla.