El primer ministro británico, David Cameron, amenazó con vetar el presupuesto de la Unión Europea (UE) si no hay más recortes, pero su posición parecía debilitada en las negociaciones la madrugada del viernes por haber planteado abiertamente una salida de su país del bloque.
Cameron anunció a su llegada a Bruselas que no estaba dispuesto a ceder en sus exigencias de más austeridad en la primera reunión con sus socios europeos desde que anunció la organización de un referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la UE antes del final de 2017.
"En noviembre, las cifras que se presentaron eran demasiado altas. Deben bajar. Y si no se bajan, no habrá acuerdo", afirmó el primer ministro conservador británico, quien parece cada día más alejado del proyecto europeo.
"Francamente, la UE no debe ser inmune a las presiones que tenemos para reducir el gasto", argumentó Cameron, cuyo país se encuentra inmerso en un severo plan de ajuste para reducir un déficit excesivo y amenazado por una tercera recesión desde la crisis de 2008.
Antes de la apertura oficial de la cumbre con horas de retraso debido a las divergencias entre los miembros, Cameron se reunió con la canciller alemana Angela Merkel y los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y del Consejo, Herman Van Rompuy.
El jefe de Estado francés François Hollande, que lidera el grupo de los llamados amigos de la cohesión opuestos a más recortes, no pudo unirse a ellos debido a "dificultades de agenda", señaló una fuente británica.
En la cumbre de noviembre, la primera dedicada al presupuesto comunitario 2014-2020 y que se saldó con un rotundo fracaso, Van Rompuy, presentó a los 27 mandatarios del bloque una propuesta revisada por un total de 973.000 millones de euros, casi 80.000 millones menos que el proyecto inicial de la Comisión.
Bajo la presión del Reino Unido y de otros contribuyentes netos, como Holanda y Suecia, Van Rompuy debía poner esta vez sobre la mesa un recorte adicional respecto a su anterior borrador, estimado en unos 15.000 millones de euros.
Cameron busca sin embargo una reducción de "decenas de miles de millones", y al mismo tiempo mantener el llamado "cheque británico", el descuento -unos 3.500 millones de euros en la actualidad- de que se beneficia el Reino Unido desde la época de Margaret Thatcher para compensarle por lo poco que recibe en concepto de ayudas a la agricultura.
Pero las exigencias británicas son rechazadas por otro grupo de países, entre los que además de Francia están Italia y España, que estiman que una austeridad excesiva perjudicará el crecimiento e impedirá la reactivación económica de los países más golpeados por la crisis de la deuda.
"No puede ser que un país defina el destino de los otros 26", dijo esta semana Hollande, quien también fue el más crítico tras la arriesgada apuesta formulada por Cameron en su discurso europeo del pasado 24 de enero.
Para contentar al ala más antieuropea de su partido y a una población crecientemente euroescéptica, Cameron anunció entonces a los británicos su intención de renegociar las relaciones de su país con Bruselas para repatriar ciertas competencias, y someter el nuevo acuerdo a un referéndum de "dentro o fuera", planteando por primera vez abiertamente una salida de la UE.
Martin Schulz, el presidente del Parlamento Europeo, que es el organismo que en última instancia tiene que aprobar el presupuesto, advirtió que alcanzar un acuerdo "significaría ceder a las demandas hechas por el gobierno británico".
"También querría señalar que el marco financiero cubriría un periodo de tiempo durante el cual al menos un Estado miembro ha dicho que puede abandonar la Unión Europea", agregó en una rueda de prensa.
Según un negociador europeo, esta idea de que no se puede aceptar un acuerdo dictado por el Reino Unido cuando no se sabe si éste seguirá siendo miembro a medio camino también fue planteada en la mesa de negociación.